La lectura del partido ante el Málaga es tremendamente sencilla. Vázquez quería un punto, se conformaba con el empate y lo consiguió. Los isleños ni siquiera votaron en blanco, directamente se abstuvieron. El Mallorca no aprovechó la circunstancia de enfrentarse a un equipo muy roto, que en casa no sabe a lo que juega y que también se daba con un canto en los dientes no perdiendo.
Los dos equipos rindieron culto al antifútbol y la primera parte pasó sin pena ni gloria. El equipo malagueño intentaba llegar con hombres como Rufete, Movilla o De los Santos, pero sus aproximaciones al borde del área se diluían en la nada. Luque se encontraba solo en zona de nadie y el Mallorca evitaba arriesgar más de la cuenta y confiaba en la velocidad de Carlos, que hasta en cuatro ocasiones ganó la espalda a la defensa, pero no fue capaz de finalizar. Diego también se veía en la obligación de hacer la guerra por su cuenta, pero ayer no fue un buen día para la magia.
Vázquez volvió a confiar en Armando por la derecha y Lauren por la izquierda. Engonga y Nadal estaban ausentes y Niño ocupó la zona del manacorí. Las bandas no existían, los desdoblamientos eran pura coincidencia y el centro del campo era la zona más pisada de todo el terreno de juego.
A falta de emoción, sí hubo tiempo para las incidencias. Niño se vio obligado a abandonar el terreno de juego al sufrir un esguince de tobillo y su lugar fue ocupado por Carreras. El catalán se situó de interior izquierdo, Lauren pasó a la derecha, Armando se situó en el lateral y Olaizola en el centro. Pero tantos cambios no sirvieron para cambiar la mentalidad del grupo, ya que los futbolistas tenían una clara consigna "por lo visto sobre el campo" y ésta no ofrecía lugar a la duda: había que salir a empatar y, por el momento, se empataba.
La segunda parte empezó por los mismos derroteros. Eto'o salió a los 53 minutos por Carlos y no ofreció mucho más que lo que había dado el sevillano. El hispanocamerunés corrió mucho, pero olvidó que en el fútbol es importante correr con cierto criterio y un mínimo de cabeza. Vázquez quería el empate a toda costa; aunque para ello tuviera que sacrificar al único que podía marcar. Diego fue sustituido y con él toda mínima posibilidad de batir la meta de Contreras. Objetivo cumplido. Triste objetivo.