El Mallorca rompió todas la estadísticas para vencer al Espanyol (1-2) en su primer triunfo como visitante de la temporada, ante un rival al que no vencía a domicilio desde la temporada 1961-62 y frente a un conjunto que no perdía en Montjuic desde el pasado mes de marzo.
A pesar de que la primera ocasión del partido fue del Espanyol, en una jugada de Martín Posse que Tamudo obligó a Germán Burgos a despejar, el Mallorca fue quien llevó el peso de las operaciones, suyas fueron las aproximaciones más peligrosas y sus contragolpes resultaron letales. El terreno de juego, castigado por la nieve caída durante buena parte de la mañana, permitió una mayor velocidad en las acciones de ambos equipos, especialmente por parte del Mallorca, que se prodigó en un juego rápido en las transiciones.
En el primer tiempo, los locales perdieron pronto el control de la situación. Las incorporaciones de Miquel Soler por la izquierda, y las acciones de la pareja Tristán-Biagini sembraron el terror entre la dubitativa defensa del Espanyol. Así, Tristán avisó en el minuto 15 y también cinco minutos después. El fútbol del equipo de Fernando Vázquez apuntaba hacia gol y llegó en el 23, en una falta cometida sobre Tristán que lanzó perfectamente Iovan Stankovic. Sin apenas tiempo de reacción, el Mallorca volvió a marcar dos minutos después. Otra vez intervino Tristán. El joven sevillano avanzó sobre Mora y con inteligencia puso el balón por encima del meta y Biagini ganó la acción a Rotchen para marcar el 0-2.
La reacción del Espanyol, con más ganas que ideas, se produjo de inmediato, aunque el exceso de precipitación evitó la concreción de las tres ocasiones que tuvo el equipo de Brindisi en las que Burgos estuvo muy inspirado. Los blanquiazules salieron en la segunda mitad con más intensidad, se volcaron más sobre el terreno contrario, pero las ocasiones no acababan de llegar, mientras que el Mallorca se mostró más conformista, apoyado en la seguridad de Miquel Angel Nadal. Pero en una genialidad de Roger García, que entró en el descanso por Arteaga, todo cambió. El ex barcelonista lanzó con maestría una falta en el minuto 59 y el balón describió tal parábola que Burgos sólo pudo ver el balón cuando ya estaba dentro. El gol hizo efecto en el Espanyol en los minutos siguientes y Serrano, sustituto de Posse, tuvo una buena ocasión para equilibrar el marcador como también poco después De Lucas. Con la expulsión de Siviero, en el minuto 68, se incrementó el dominio del Espanyol que apuró al máximo sus acciones, aunque la fortuna no se alió con los locales, porque apenas pudieron aprovechar esta ventaja numérica puesto que poco después Serrano tuvo que retirarse tras sufrir, al parecer, un contundente golpe de Burgos.
En la recta final del partido, ya con diez jugadores por bando, le faltó ritmo al juego y el Espanyol supo que no iba a sumar ningún punto cuando a diez minutos del final los locales fallaron hasta tres veces en la misma jugada, puesto que ni Roger, ni Sergio ni Casartelli acertaron.