La lluvia resultó ser la protagonista más destacada de la jornada de descanso de la Vuelta a España de 1999, que reposa en tierras aragonesas a la espera de la décima jornada que se disputará con salida y llegada en Zaragoza.
Los equipos tenían en principio prevista una matinal de entrenamientos de aproximadamente dos horas, que algunos, al ver las malas condiciones climatológicas, con lluvia casi constante, prefirieron saltarse, como fue el caso del ONCE-Deustche Bank del líder Abraham Olano, que al comprobar la intensidad de la misma prefirieron regresar al hotel y «emplearse a fondo» en el rodillo.
Ese mismo entrenamiento llevaron a cabo los corredores de Banesto, aunque en su caso fue a elección de los propios corredores, pues algunos decidieron quedarse en el hotel y hacer «rodillo» y otros salieron a la carretera.
En general, el planteamiento de todos los equipos fue semejante, pues la aparición de la lluvia provocó numerosos cambios de programación para evitar sorpresas en forma de accidentes debido a lo resbaladizo de la calzada o recaídas físicas, como constipados o contracturas musculares consecuencia del frío.