Fueron al VIII Campeonato Nacional de Selecciones Autómicas ilusionados y con la esperanza de lograr un buen papel, y alcanzaron la gloria. La selección balear alevín logró el primer gran trofeo estatal en toda la historia del fútbol base de las islas. Si los pequeños no cabían en sí de gozo, qué decir de los técnicos y padres. El público extremeño se rindió al buen hacer de nuestros jóvenes muchachos y sus técnicos. Y no es para menos. Vencieron a Castilla-León por dos a cero. Las selecciones de Navarra y Andalucía también vieron perforada su portería en dos ocasiones por una los baleares. A Castilla-La Mancha y a Cataluña les endosaron un gol, respectivamente, suficiente para llegar a la final, en la que demostraron su superioridad al ganar a La Rioja por un contundente 3-0.
Martín Crespí fue el máximo goleador con cinco tantos. Todos los jugadores demostraron un gran nivel, sin destacar ninguno por encima de los demás, pues Miquel Bestard y Antonio Barea lograron un equipo compacto y equilibrado. El colegiado de Primera División, Carmona Méndez, se encargó de dirigir el encuentro que le daría el triunfo a nuestra selección en el Nuevo Vivero de Badajoz.