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Universiada

Fageda dice que la Universiada será «dignísima» y hace un llamamiento a la calma

El alcalde en funciones y presidente de la Fundación acepta que haya nervios: «Los responsables de los retrasos somos todos»

Joan Fageda, posando en la tribuna cubierta, una de las zonas terminadas del estadio de Son Moix.

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Joan Fageda se remitió ayer al libro que escribió el Comité Organizador de Barcelona 92 sobre los errores e imprevistos que dejaron tras de sí los mejores juegos olímpicos de la historia para enviar un mensaje de calma en torno a la Universiada. El presidente de la Fundación y alcalde en funciones aseguró ayer que la imagen de Palma saldrá beneficiada del evento universitario y admitió su cuota de responsabilidad en la tensión que rodea al acontecimiento: «Acepto que haya nervios, es algo que entiendo porque quedan muy pocos días, pero nadie debe dudar de que tendremos una Universiada dignísima. En todos los grandes acontecimientos se han producido errores, situaciones que no volverían a pasar si hubiera una segunda vez. En cualquier caso, creo que son muy acertadas las declaraciones de Guillem Reynés cuando afirma que la culpa de los retrasos es de todos». El máximo dirigente de los Juegos se remitió por último a los problemas de financiación que han acompañado al desarrollo del evento: «esta Universiada se hace con doce mil millones de pesetas y el dinero es el que es».

Fageda efectuó estas declaraciones al término de la última reunión del Patronato antes de los Juegos, encuentro que fue aprovechado por la oposición para recriminar a los dirigentes de la Universiada las deficiencias de su gestión. En concreto, Pere Muñoz (PSM) criticó las irregularidades que se están detectando en el programa de voluntarios citando dos significativos ejemplos: En Can Tapara estaba previsto un cursillo de formación que se suspendió el día anterior a su inicio y hace escasos días un grupo de voluntarios estuvo esperando dos horas en la cancha del San José Obrero hasta que apareció un responsable que les mandó a casa porque no había nada que hacer.

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