JORGE MUÑOZ - PARIS
75 HUNGRIA: Meszaros (5), Boros (6), Halm (10), David (8), Gulyas (23) -cinco inicial-, Sitku (5), Bencze (3), Kalman (9) y Czigler (6).
84 ESPAÑA: Rodríguez (5), Herreros (25), Esteller (3), De Miguel (17), Dueñas (4) -cinco inicial-, Reyes (8), Angulo (2), Romero (-), Corrales (6) y De la Fuente (14).
ÀRBITROS: Jungerbrand (FIN) y Gasperin (FRA). Excluyeron por personales a Meszaros (m.40) y Bencze (m.40).
Alberto Herreros, máximo anotador con veinticinco puntos, y cuatro jugadores que salieron del banquillo en una fase de crisis aguda -Iván Corrales, Rodrigo de la Fuente, Ignacio de Miguel y Alfonso Reyes- prestaron un impagable servicio a la selección en una noche de exigencias.
Los húngaros, que habían convertido el debut europeo del equipo nacional en un potro de tortura, acabaron rendidos a la garra de estos cinco hombres, cuya actuación desempolvó el espíritu del Mundial.
Bien situada en defensa y con criterio para buscar situaciones ofensivas claras, la selección estrenó el campeonato dando una sensación de solidez que se vio reforzada por un rápido 4-9 (m.4) obra de Nacho Rodríguez y las dos faltas que la estrella húngara, Kornel David, el jugador de los Chicago Bulls, arrastraba a los dos minutos de juego. Todo iba a pedir de boca.
La selección iba a por todas y auguraba una mala noche para Hungría. Sin embargo, los errores en el tiro bajo la cesta dieron oxígeno para reaccionar a los magiares, que en menos de cinco minutos conquistaron el control del marcador (16-15) y empezaron a jugar de memoria pese a que David, casi como un novato, enfiló el banco con cuatro faltas mucho antes de lo previsto en una demostración de inmadurez (m.8).