La liga española vuelve a cruzarse en el camino de Carlos Griguol quince años después. La primera vez que el técnico argentino recibió un ofrecimiento desde este lado del Atlántico fue cuando el Atlético de Madrid le tanteó en los primeros ochenta, unos años de oro en que se proclamó, al frente del Ferro Carril Oeste, campeón de dos torneos nacionales (1982 y 1984). Cúper y Basigalup integraban aquel equipo-escuela que tenía en la disciplina y el orden sus principales cultivos.
El destino ha vuelto a unir los nombres de Cúper y Griguol, si es que alguna vez se separaron. El binomio maestro-alumno ha dado paso a una relación de causa-efecto: huérfano de Cúper, el Mallorca se ampara en Griguol para dar solución de continuidad al proyecto más ilusionante de la historia bermellona. Este es el argumento que ha llevado a una delegación de la entidad "integrada por el propietario Antonio Asensio, el consejero delegado Mateo Alemany y el secretario técnico, Pepe Bonet" a visitar hoy La Plata, donde reside el entrenador del Gimnasia y Esgrima. Con el equipo colocado en la novena posición del Torneo Clausura, Griguol aseguraba ayer a Radio Provincias de Argentina que no cuenta con ninguna oferta y que en principio tiene la intención de terminar el contrato que le une a su actual club, que expira en julio del 2.000. «Lo único que sé del Mallorca es que va a jugar una competición europea, la Liga de Campeones o la UEFA, pero no hay nada más. Si vienen a recibirme, como es lógico les atenderé», indicaba ayer a la citada emisora este técnico de 63 años, maestro de toda una generación de entrenadores y sin duda la raíz fundamental de la filosofía de juego que posteriormente inculcaría Héctor Raúl Cúper a los equipos que ha dirigido.