ESPECIAL PARA UH
El italiano Mario Cipollini, del equipo Saeco, logró sin mayores
agobios la victoria en la duodécima etapa del Giro 99, tercera en
su cuenta particular, en una jornada que resultó sosa y aburrida.
Los 170 kilómetros entre la localidad costera de Cesenático, villa
natal del considerado mejor corredor del momento y último ganador
del Giro y Tour, el italiano Marco Pantani y la ciudad del interior
de Sassuolo, resultaron tediosos como consecuencia de la
tranquilidad con que se rodó.
Fue una jornada de trámite en la que todo sigue igual que al principio, es decir con la incertidumbre de la general, en ese pulso entre el líder, el francés Laurent Jalabert, y el italiano Marco Pantani que, junto a Camenzind, Jiménez, Gotti y Clavero, entre otros, dio la impresión de que habían firmado un pacto de «no agresión» ya que los ataques entre ellos brillaron por su ausencia al no ser el mejor terreno.
Muchos kilómetros de tedio en los que se volvió a comentar la persecución médica, ya que en esta ocasión los «vampiros» volvieron a darse una vuelta por los hoteles donde se encontraban algunos equipos.
Los elegidos fueron el Mercatone Uno de Marco Pantani, afortunadamente el ídolo italiano no se fue a dormir a casa de sus padres, según comentó, ya que los médicos se presentaron a media noche.
Otros «donantes» fueron los corredores del Mapei y el Saeco de Mario Cipollini, al que no le sentó nada bien el madrugón y comentaban que comienza a estar un poco cansado de tantos controles de «salud» que no llevan a ninguna parte.
La salida se hizo a paso de caracol, como comentó Pantani al final de la misma, pues en su caso eran muchos los aficionados que se acercaron para saludarlo y también por la polémica de esos controles.