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Recopa

El Mallorca, monarca sin corona

El equipo de Cúper juega una final soberbia pero vuelve a quedarse injustamente a la puerta de la gloria

Siviero no pudo contener el llanto tras el final del partido. El mazazo fue terrible. Foto: JOAN TORRES.

1 REAL MALLORCA: Roa; Olaizola, Marcelino, Siviero, Míquel Soler; Lauren, Ibagaza, Engonga, Stankovic, Dani, Biagini.

Cambios: Paunovic por Biagini.
2 LAZIO: Marchegiani; Favalli, Nesta, Mihajlovic, Pancaro, Stankovic, Almeyda, Mancini, Nedvev, Salas, Vieri.

Cambios: Conceiçao por Stankovic, Couto por Mancini y Lombardo por Nedvev.
GOLES: 0-1: m.7: Vieri remata de cabeza y supera por alto a Roa.
1-1: m.11. Dani culmina una jugada por la izquierda entre Soler y Stankovic.
1-2: m.81: Nedvev a la media vuelta desde fuera del área.
ÀRBITRO: Guenter Benko (Austria). Amonestó a los jugadores del Lazio Mihajlovic (m.23), Vieri (m.41), Marchegiani (m.92) y al del Mallorca Siviero (m.54).

Incidencias: Presenciaron el encuentro en el palco los duques de Palma, Cristina de Borbón e Ignacio Urdangarín, y el ministro de Educación y Cultura, Mariano Rajoy.

TOMEU TERRASA
Salió cruz. Ochenta y tres años esperando a que el cielo se abriera y ayer sólo lo hizo para descargar una fuerte tromba de agua sobre Palma. Por primera vez en Europa y por segundo año consecutivo en una final "las lágrimas de Mestalla aún no se han secado", el Mallorca se queda a las puertas de la gloria pero, como en Valencia, se despide con la cabeza alta, el honor intacto, el pabellón muy alto. Que lujazo de equipo. El único representante español que permanecía aún en una competición continental vendió muy cara su piel roja. El grupo de Cúper volvió a ser víctima del sarcasmo del destino, que le mostró el camino a la gloria pero se lo cerró con crueldad cuando un prodigioso disparo de Nedved perforó el portal de Roa y la ilusión de toda una afición. Faltaban sólo 9 minutos para la prórroga y el Mallorca estaba más cerca de marcar el segundo gol que de hacerlo su rival. Ni un guionista de «snuff movies» habría pergeñado un final tan macabro.

El Mallorca mereció más, mucho más que irse de Birmingham bañado en lágrimas. El grupo de Cúper supo sobreponerse al varapalo del gol que marcó Viero a los siete minutos de juego con una extraordinaria réplica de Dani, que culminó un pase de un inconmensurable de Stankovic. Inconmensurables estuvieron todos. Soler y Lauren repartían oxígeno por las bandas, Engonga era un acorazado ante Almeyda y Mancini, Marcelino y Siviero volvieron a establecer una «línea Maginot» y Olaizola se repuso de una irregular primera parte para acabar exhibiendo lo mejor de su arrolladora personalidad sobre el césped. Es de justicia escribir esto porque si a los libros de historia va a pasar el resultado, también debe ingresar para la posteridad la excelente imagen que dio este equipo heróico, pletórico, agrupado, solidario, humilde, trabajador, generoso, espartano y, una vez más, vapuleado, sobre el césped de Villa Park.

Con el 1-1 en el marcador, el Real Mallorca desplegó su mejor juego y acabó aterrorizando a la Lazio. La escuadra italiana se quedó reducida a un grupo de excelentes individualidades, pero cuyo bloque se veía disminuía ante el pánico a perder el balón. La inspiración de Vieri y el buen oficio de Mihajlovic en la suerte del balón parado fueron lo mejor que era capaz de ofrecer un equipo que se iba poniendo nervioso a medida que su rival se crecía en el terreno.

El Mallorca jugó contra la Lazio, pero también en algunas fases contra el árbitro. El austríaco Günter Benko no tuvo su mejor tarde y si bien no se le puede culpar del desenlace final, es cierto que su trabajo dejó un rastro de jugadas polémicas. Una de ellas, una posible carga de Vieri sobre Siviero en un rebote que acabó produciendo el fatal gol de Nedved.

El equipo bermellón dispuso de algunas buenas opciones para haberse adelantado en el 2-1 antes que su rival. Lauren gozó de la mejor de ellas pero su formidable disparo fue impecablemente repelido por Marchegiani.

Sentado a las puertas del cielo, el Mallorca regresa a la tierra con la frente muy alta. Queda todavía un mundo por hacer y una plaza en la Liga de Campeones en juego. Europa sigue esperando.

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