Magaluf está en calma. Al menos por ahora. El millar aproximado de seguidores del Chelsea que desembarcaron en la Isla el pasado fin de semana apenas se deja notar por las calles. Pasean en grupos pequeños o en familias. Nada de hooligans. «Es cierto que hay una leyenda negra en torno a los seguidores británicos, pero no se puede generalizar. Somos gente tan normal como los mallorquines que irán al estadio, que nadie nos tema» señalaba ayer Eddie Atkins, un gigantesco hincha que paseaba ayer su camiseta azul por las calles de Magaluf.
Los aficionados británicos apuran las horas previas al encuentro con moral ganadora. «Pienso que el Chelsea estará en la final aunque el Mallorca no se lo va a poner fácil. Necesitamos marcar y vamos a conseguir un gol, puede que más» aseguraba ayer un inglés que no se cansaba de repetir lo bonito que es Mallorca: «Estuve una vez aquí, en Calas de Mallorca ¿sabe dónde está Calas de Mallorca?, es un sitio increible».