Lejos de los rituales de la Semana Santa, los campos de Son Bibiloni fueron escenario ayer de un tipo de procesiones silencioso, apenas perceptible. Los jugadores del Real Mallorca Veljko Paunovic, Jovan Stankovic y Carlos Roa afrontan su trabajo en el club inmersos en otros frentes que tienen poco que ver con la liga. Mientras los bombardeos de la OTAN sobre Yugoslavia deprimen cada día más a los centrocampistas serbios, el guardameta argentino sigue sopesando si sus profundas convicciones religiosas son compatibles o no con un futuro ligado al fútbol.
Los rostros circunspectos de los futbolistas serbios acapararon toda la atención puesto que debían anunciar si jugarán o no el domingo. Tanto Paunovic como Stankovic saben ya qué harán y comunicaron su decisión a Héctor Cúper, pero no a la prensa, que deberá esperar a hoy para saber si alguno de los serbios, los dos o ninguno estará vestido de corto sobre el césped de El Madrigal.
El mutismo de los dos centrocampistas dio lugar a todo tipo de especulaciones. A tenor de las declaraciones de uno y otro, todo parece indicar que Paunovic está más entero aunque el jugador no quiso despejar la incógnita: «Animicamente no estamos bien pero también es cierto que no queremos perjudicar al club. Si uno cree que puede jugar debe hacerlo, no vamos a obligarnos entre nosotros», señaló.
El de Stankovic es un caso diferente. Visiblemente apesadumbrado, el jugador anunció ayer que un hermano suyo había sido llamado a filas: «No sé nada de él desde hace dos días y la situación es cada vez más complicada. Temo que las cosas no sólo no se están arreglando en mi país sino que van a peor».