El desafío a la lógica se quedó en un mero tratado de intenciones que se desvaneció en el mismo instante que el balón adquirió altura y el duelo entre los dos polos opuestos de la categoría resultó un mero trámite.
Arrolló el Badajoz al Basquet Inca durante el primer tiempo. La bisoñez de los mallorquines en ataque, donde cometió errores inadmisibles, tuvo una rápida repercusión en el marcador. El equipo pacense, espeso en el ataque estático, aprovechó las numerosas pérdidas de balón de su rival para descoserlo a base de contrataques. Consumidos diez minutos de partido, la renta local alcanzaba los trece puntos (28-15). Nadie parecía tener el guión claro en el Inca. Arbúcies tiró de todo su armamento "utilizó a sus nueve jugadores" pero nada funcionó. De hecho, el cuadro balear concentró todo un repertorio de deméritos en apenas veinte minutos: doce pérdidas de balón, uno de diez en triples, doce de veintinueve en tiros de campo y sólo dos rebotes en ataque. Y ante el líder firmar esta tarjeta conduce al fracaso. Exigió el técnico mallorquín mayor velocidad a sus jugadores en la transición para volver a respirar "Badajoz suele tener problemas en el balance" pero el 7-0 que rubricó el equipo de Fariñas en la apertura del segundo acto disipó cualquier tipo de dudas. El partido había muerto.
Berto Alzamora
El alero mallorquín se erigió en el principal "o quizá habría que
decir único" estandarte del equipo inquense. A diferencia de sus
compañeros, Alzamora exhibió vergüenza y raza, lo que se tradujo en
buenos números personales.