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Bet Salom: días de nostalgia

Cuatro años después, la gimnasta menorquina rememora su paso por los Juegos de Pekín y la ilusión de aquella experiencia olímpica

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Cuatro años después hay cosas que permanecen intactas en la vida de Bet Salom (Maó, 1989) de cuando era gimnasta de élite. El espíritu de la alta competición, el sacrificio, el esfuerzo, la disciplina y el orden. La olímpica menorquina (participó en Pekín 2008) reside en Madrid, apenas tiene 23 años y está a punto de iniciar quinto curso de INEF. En el horizonte mantiene la idea de instalarse en Menorca y supervisar algún programa de Alto Rendimiento para gimnastas. Es su sueño. «Aunque hoy todo está difícil», dice.

Retirada ya de la exigencia del deporte de alto nivel, Bet Salom tuvo un día que elegir entre seguir con los aros, las mazas y la cuerda o formarse a nivel educativo. Eligió los estudios. Al tiempo intentó volver a los ejercicios sobre el tapiz, pero una lesión la acabó por convencer de que aquello era ya una etapa cerrada. Al menos en cuanto a competición. Eso no quita que durante estos días al encender la televisión y, como le sucedió ayer, al ver la ceremonia inaugural de Londres 2012 sienta nostalgia. «Me vienen recuerdos imborrables. Hace cuatro años estuve en la ceremonia inaugural en el Estadio Nacional de Pekín y aquello fue algo que no se puede describir con palabras». Por eso piensa que para ella es imposible hacer una comparación con la gala de apertura de Londres. «Subjetivamente para mí no es comparable, la gente experta dirá si fue mejor o peor que en China, pero desde luego me quedo con 2008». Y es que como subraya la menorquina «cuando estás en medio de todo vives esa fiesta de una forma totalmente diferente a cuando ves el espectáculo de forma global por televisión. Son como dos cosas distintas», recuerda. De la actuación del equipo español en Pekín destaca que en el ejercicio de cuerda el equipo estuvo a la altura. Logró entonces el séptimo puesto. Otra cosa fue luego el ejercicio combinado de aros y mazas en que un fallo de coordinación dejó al equipo en penúltima posición. Ese día Salom fue suplente. «Pero me dolió igual que al resto», recuerda. «Habíamos ensayado ese ejercicio mil veces y nos salía a la perfección. Tuvimos un instante de mala suerte», subraya.

Al echar la cortina a Pekín reconoce que soñó estar en Londres. «Cuando vives una experiencia así no quieres que termine nunca», asegura. Pero tras los días de vino y rosas llegaron las espinas. Después de la Copa del Mundo de Benidorm de 2009 y tras el relevo de Anna Baranova por Angelova supuso el fin de ciclo para Salom. «El día que decidí seguir con mis estudios cerré la puerta de Londres. Pero nadie me quitará ya mi paso por unas Olimpiadas», destaca. Empezó la gimnasia a los seis años en el CIR de Alaior, ingresó con en la Joaquín Blume con catorce años y se codeó con los mejores deportistas del planeta con dieciocho años. Ha vivido deprisa, pero asegura que ha saboreado cada momento. La gimnasia tiene estas cosas. Hoy es una veterana con toda la vida por delante. En la hemeroteca siempre contará como la quinta menorquina en ser olímpica, tras Antonio Vela, Diodoro Pons, Teresa Pulido y Fernando Rita.

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