El motociclismo mallorquín está de dulce. En apenas tres semanas, el casillero de campeones del mundo se ha doblado de manera exponencial. Augusto Fernández puso el broche de oro a una temporada que pasará a los anales de nuestro deporte al conquistar el título de Moto2 y estar en una foto histórica junto a Izan Guevara, que mordió el trofeo de Moto3 en Australia.
No existe una explicación posible al goteo constante de títulos mundiales que acumula esta Isla. Nacido en Madrid, pero criado en Sencelles desde que todavía gateaba, el éxito de Augusto es el premio a la tenacidad y la constancia de un tipo que descargó toda su adrenalina en forma de lágrimas nada más festejar el título. Porque la carrera deportiva de Augusto, como la de la mayoría, no ha sido un camino de rosas. En los inicios en el Mundial su presencia en un Gran Premio casi dependía de lo que hubiera hecho en la carrera anterior...
El curso pasado también pasó por momentos delicados con varias caídas prácticamente consecutivas. Pero no arrojó la toalla y superó el muro. Volvió a creer en sí mismo y Sachsenring marcó un punto de inflexión. Fue suficiente con estar ahí. Con aprovechar las caídas de su máximo rival, Ai Ogura, para dar el do de pecho, alzar los brazos y conquistar un título mundial que le permite entrar en la leyenda. Como en su día hicieron Lorenzo, Mir, Guevara...