El peso de Baleares en la gestión de la vela española está fuera de toda duda. La resurrección de la RFEV se debe en buena medida a la gestión de sus dos últimos presidentes, Javier Sanz y el recién elegido Chimo González Devesa, que ha ejercido la vicepresidencia en dos ciclos separados y ahora recoge el testigo del presidente de la APB y ex máximo mandatario del Real Club Náutico de Palma.
Pero si en el campo de regatas hay dos deportistas de primer nivel en el equipo olímpico de vela, Paula Barceló (49erFX) y Nacho Baltasar (iQFOiL Masculino), en el trabajo en la sombra una figura ha destacado sobre el resto durante esta carrera hacia los Juegos. El mallorquín Xisco Gil (Palma, 1971) fue primero director técnico -desde 2021- de la Real Federación Española de Vela (RFEV) para recoger meses después el testigo del director de Preparación Olímpica, Asier Fernández de Bobadilla, y asumir el control de la puesta a punto para París 2024.
No es Gil el primer mallorquín en ese puesto de director de Preparación Olímpica de la RFEV, pues en Río 2016, Toni Ripoll desarrollaba esa labor, a través de la que Xisco se ha encargado de coordinar el trabajo con técnicos, deportistas y federación para llegar en las mejores condiciones, además de estar al tanto de la logística y todos los detalles que se escapan a primera vista.
Bajo su tutela, los trece regatistas de las nueve clases clasificadas para los Juegos Olímpicos, que el domingo 28 iniciarán su carrera hacia las medallas, intentando mejorar los números de Tokio 2021 para consolidar a la vela española como el deporte líder en el medallero (21 metales), siempre bajo la amenaza del piragüismo. Xisco Gil es uno de los hombres de confianza del nuevo presidente de la RFEV, el también mallorquín Chimo González Devesa y, tras años de trabajo, ahora espera que la recompensa se plasme en forma de metales y podios en Marsella.