La imagen de Miguel Soler, manteado y señalando al cielo con una camiseta y el mensaje «Te quiero, papá», refleja la emocionante dedicatoria del entrenador del Porreres, que con lágrimas en los ojos celebró el ascenso a Segunda RFEF. Porque la relación de Soler y el club del Pla de Mallorca va más allá del trato profesional. Desde pequeño, tanto Miguel como su hermano Francisco -que años más tarde haría historia con el Real Mallorca y alcanzara la gloria en los Juegos Olímpicos de Barcelona- acudían a ver los partidos del Porreres, que entonces era uno de los 'gallos' de la Tercera División, acompañados por su padre. El fallecimiento de su progenitor el pasado 29 de agosto, a los 79 años de un ictus inesperado, fue un golpe muy duro para toda la familia Soler.
Para rendir homenaje a su padre, al que estaba muy unido y porrerenc de toda la vida, Miguel Soler lució una camiseta con una imagen de su progenitor y un «Te quiero, papá», que le acompañó durante el partido más importante en la historia de la entidad. «Lo único que me deja con mal cuerpo es que mi padre no lo puede ver. Yo entreno por él y siempre que acaba un partido de forma inconsciente miro hacia donde él siempre estaba», recordaba con emoción el técnico que, en apenas trece meses, ha impulsado al Porreres desde la Preferente hasta la Segunda RFEF del fútbol español. A buen seguro que su padre habrá disfrutado desde el cielo de una proeza con la firma de aquel niño que le cogía la mano en el municipal de Ses Forques.
Me ha tocado la fibra escuchandolo en la radio