Encumbrado en su puesta en escena frente a Serbia e invisible en su segundo partido ante Dinamarca, Jude Bellingham dio un paso atrás en el cierre de la fase de grupos de la Eurocopa y tras firmar un duelo errático contra Eslovenia está en el punto de mira del exigente entorno de Inglaterra. Alrededor del combinado británico casi siempre hay voces encargadas de marcar el paso de la actualidad de una selección que, por ahora, no disfruta de la Eurocopa. Sus aficionados acumulan 58 años sin ganar un título (desde el Mundial de Inglaterra 1966) y viven en una montaña rusa de emociones a veces ilógica. Son capaces de mostrar un optimismo exagerado ante cualquier indicio de gloria y también son capaces de todo lo contrario, de buscar culpables y señalarlos ante cualquier atisbo de fracaso.
Igual que un puñado de ex futbolistas británicos, casi todos internacionales, que han pasado del césped a los platós para lanzar sin tapujos sus opiniones. Nombres como Gary Lineker o Alan Shearer comentan sin filtros la evolución de Inglaterra y el sonido de sus palabras también resuenan por la concentración del combinado británico. Hasta ahora, Gareth Southgate había sido el principal foco de atracción de sus críticas pero después de tres partidos en los que Inglaterra no ha mostrado ningún tipo de identidad, las malas opiniones apuntan hacia otros protagonistas.
Uno de ellos es Jude Bellingham. El jugador del Real Madrid se estrenó entre los aplausos de todo el planeta fútbol con un partido algo más que correcto ante Serbia. Marcó el tanto de la victoria (0-1) con un potente cabezazo, se acercó a alguno de sus mejores partidos con el conjunto blanco y fue nombrado por la UEFA el mejor jugador del partido. Todo era gloria y alharacas para Bellingham, de quien esperaban otra exhibición contra Dinamarca que no existió.
El combinado dirigido por Kasper Hjulmand frenó cualquier de conato de euforia que Inglaterra podía lanzar al mundo. Desnudó los problemas del conjunto británico, sin un guía en la sala de máquinas en la que un lateral derecho como Trent Alexander-Arnold dirigía los destinos de sus compañeros. El otro peón en esas labores, Declan Rice, anduvo otra vez desaparecido, mientras que Conor Gallagher, solución en la segunda parte, tampoco dio la talla. Y Bellingham, mientras, pasó totalmente desapercibido.
Con el problema del mediocentro como principal foco de atracción, con Southgate en la picota por reconocer que la idea de Alexander-Arnold era "un experimento" para sustituir a Kalvin Phillips -fuera de la convocatoria cuando podía estar dentro-, Bellingham se libró de las críticas del siempre complicado entorno inglés. Le quedaba otra oportunidad, ante una selección más débil como Eslovenia, para volver a la casilla de salida y, por lo menos mantener el nivel de su estreno.
Sin embargo, ocurrió todo lo contrario. Bellingham bajó aún más el nivel. Estuvo muy, muy lejos de sus mejores partidos. Las estadísticas del choque desvelaron posteriormente un partido frustrante del centrocampista inglés: no generó ninguna oportunidad, no disparó ninguna vez a portería (sólo lo ha hecho una vez en toda la Eurocopa), no completó ningún pase en el último tercio de ataque, sólo el 12 por ciento de sus pases fueron hacia delante, apenas ganó el 22 por ciento de sus duelos (el peor dato de Inglaterra) y perdió hasta en 16 ocasiones la pelota (el peor de su equipo).
Su intrascendencia fue total y esta vez su mala actuación no pasó desapercibida. Lineker, por ejemplo, criticó al emblema de Inglaterra: "En la primera mitad e incluso en la segunda, pensé que a veces Bellingham estaba en el lado izquierdo. Jude ha tenido una mala noche. Después de un gran partido ante Serbia, ha tenido problemas desde entonces. Creo que persigue muchas causas perdidas", dijo en su 'podcast'.
En la BBC, el portero Joe Hart también apuntó el mal encuentro de Bellingham: "No acaba de funcionar y ha tenido un par de partidos discretos", afirmó. Ambas fueron algunas de las criticas que se vertieron sobre el jugador del Real Madrid. Su afición, de momento, no carga contra su figura, aunque da muestras de agotamiento con el desempeño de Inglaterra en la Eurocopa. Frente a Eslovenia, mostraron su descontento lanzando vasos desde la grada, y, de momento, tienen a Southgate en el punto de mira.
"Lo comprendo. Lo más importante es que los aficionados sigan con el equipo. Entiendo el discurso hacia mí, pero están creando un ambiente inusual en el que actuar. De los equipos que se han clasificado, no he visto que reciban algo parecido. Lo entiendo, pero no voy a echarme atrás. Estoy muy orgulloso de los jugadores por cómo están actuando dentro de este ambiente", afirmó el técnico británico en rueda de prensa tras el choque ante Eslovenia.
Southgate parece el escudo y el muro con el que chocan todas las críticas de los más exigentes, sus aficionados. Carga con toda la culpa como un buen penitente. También era el 'punching ball" de los medios de comunicación y de los ex internacionales ingleses, ahora opinadores. Bellingham, de momento, no ha entrado en la rueda de la ira de su hinchada. Sin embargo, el otro foco peligroso, la prensa británica y los futbolistas retirados, ya empiezan a girar la cabeza hacia su figura. Ahora, en octavos, tendrá una oportunidad para silenciar a todos. Mientras, Bellingham ya está en el punto de mira.