En el año más duro de su vida, Alberto Toril Domingo (Palma, 1997) ha vivido el éxito más importante de su carrera deportiva. El delantero mallorquín, que llegó a militar en el Mallorca B tras formarse en el Cala D'Or y pasar por el Olimpic, San Francisco, Serverense y Manacor, se ha convertido en el héroe del regreso del Córdoba a Segunda División. Y lo ha hecho con una historia detrás que ha teñido de emotividad el éxito.
Los tres goles del conjunto andaluz al Barcelona B, en la eliminatoria definitiva de ascenso, (uno en el Johan Cruyff y dos anteayer en un estadio El Arcangel, a reventar, que estalló de júbilo) llevan la firma del atacante isleño... y la dedicatoria más conmovedora posible. Cuando marcó el primer gol, Toril cerró los ojos y miró al cielo, donde su madre Ángeles Domingo Robledo, fallecida hace tres meses en la Isla después de una enfermedad, «seguro que lo celebraba conmigo», según confesó emocionado al término del encuentro.
La vida le golpeó con dureza a Toril, uno de los llamados ‘jornaleros' del fútbol, a comienzos de año. El futbolista recibió la peor de las noticias. A su madre, a la que estaba muy unido, le diagnosticaron una grave enfermedad. Alberto no lo dudó y el Córdoba, obviamente, le puso todas las facilidades para que abandonara la entidad y regresara a la Isla.
El club guardó con celo la privacidad del futbolista y se limitó a comunicar que su ausencia se debía a un problema personal. Durante esas semanas de duro trance para el futbolista y su familia, los mensajes de apoyo hacia el jugador se sucedieron por parte de sus compañeros.
Alberto permaneció al lado de su madre durante varias semanas. Hasta que, desgraciadamente, las peores noticias se confirmaron y se consumó el desenlace el 9 de marzo. Al día siguiente, en el partido que le enfrentó al Atlètic Baleares, la entidad guardó un minuto de silencio.
Toril regresó a la disciplina del Córdoba. Necesitó del apoyo de todos sus compañeros para intentar recuperar una normalidad que ya no volvería a ser ‘normal'. Iván Ania, el entrenador, le volvió a meter en esa dinámica de grupo. Primero un minuto ante el Castellón. Después un cuarto de hora y así progresivamente hasta que marcó en el Alfredo Di Stéfano ante el Real Madrid. Una mirada al cielo y las lágrimas delataron la emoción de un futbolista, de una persona, que luchaba por salir de la oscuridad.
En el partido de ida de la eliminatoria decisiva ante el Barça B, Toril abrió la lata a los 8 minutos. El gol de Pocho Román dejaba todo abierto para la vuelta. Y el pasado domingo, en un estadio a reventar Alberto se convirtió en el héroe. Sus goles y su camiseta con la emotiva dedicatoria a su madre rociaron de emotividad la fiesta del ascenso.
«No puedo explicarlo con palabras. Ha sido un año muy difícil por el fallecimiento de mi madre hace tres meses y lo he pasado realmente mal. Sabía que este momento iba a llegar. Mi madre me guía el camino que tengo que recorrer. Todo va por ella y seguro que esta noche lo está celebrando conmigo», apuntaba emocionado Alberto Toril. Aquel chaval que dejó Mallorca a los 19 años para buscarse la vida (Sestao, Arenas de Getxo, Olot, Almería B, Murcia, Piast Gliwice polaco...) ha recogido el éxito a tanto esfuerzo. Seguro que su madre estará sonriendo en el cielo...