Dos psicólogas designadas por la defensa del exjugador del Barça Dani Alves para acreditar que iba ebrio la noche de la presunta violación a una joven en el baño de un reservado de la discoteca Sutton de Barcelona, sostuvieron ayer durante el juicio que el futbolista tenía las capacidades cognitivas «levemente afectadas», pero «distinguía el bien y el mal y sabía lo que estaba sucediendo».
Según las peritos, los tiques de consumición que la defensa les entregó el mes pasado, Alves tomó con sus tres amigos cinco botellas de vino y una de whisky, posteriormente un gin tonic él solo y, ya en Sutton, pudo beberse también seis copas de champán que aparecen en la grabación de las cámaras de seguridad.
Estos datos, unidos a una de las imágenes grabadas en Sutton en las que el jugador «parece que se caiga», hacen pensar a las psicólogas que el futbolista podía estar sufriendo una «intoxicación alcohólica» que le provocaba una «afectación importante a sus capacidades volitivas».
Esta prueba pericial, con la que la defensa de Alves pretende acreditar que el futbolista iba ebrio para beneficiarse de una atenuante, se ha girado no obstante en su contra, a preguntas de Ester García, la abogada de la acusación particular ejercida de la víctima. Las peritos reconocieron que el consumo de alcohol pudo afectar «levemente» las capacidades cognitivas del procesado, pero que «distinguía el bien y el mal, sabía lo que estaba sucediendo».
Por otra parte, una psiquiatra forense que realizó la exploración psicológica de la víctima explicó que la exploración psicológica de la joven muestra que no estaba exagerando y «no estaba simulando», además de que se golpeó en la rodilla.
Los profesionales que atendieron a la víctima en el Hospital Clínic de Barcelona aseguraron que sentía miedo, «cierta tensión y lloraba», aunque observaron que el relato que explicaba era coherente y explicaba las cosas tal como recordaba que las había vivido, y no les dijo que el agresor era una persona famosa.
Durante el relato de la agresión sexual, los médicos no insistieron en los detalles, ya que ella estaba «tocada», y recordaron que la víctima no tenía claro si acabó haciendo una felación al acusado. «Nos explicó lo que había pasado, que hubo besos en el cuello y que después quiso parar y salir del lavabo y no pudo», añadió uno de ellos.
Otros médicos explicaron que la víctima no presentaba lesiones en la zona vaginal y, al ser preguntados por la defensa si son imprescindibles estas heridas para que suceda una violación, uno de ellos ha respondido que «todo es posible». «Es frecuente ver agresiones sexuales en las que no aparece ninguna lesión. Por ejemplo, hay un estudio que dice que prácticamente un 80% de las personas agredidas sexualmente no presentaban marcas vaginales, y no eran relaciones consentidas», dijo un médico forense.
Dos peritos propuestos por la defensa de Alves relataron que, en un coito doloroso -según la víctima-, es muy raro no apreciar lesiones, a lo que uno ha dicho: «No coincide el relato de la denunciante con el examen objetivo que realizó el médico forense. Me hace pensar que el coito no fue tan traumático», dijo.
Respecto al ADN encontrado, detallaron que es compatible con el de Alves», aunque remarcaron que no es coincidente.