Mateu Busquets Ferrer (Palma, 1993) es la gran promesa del arbitraje español. Una sola temporada en Segunda A ha sido suficiente para sellar el ascenso a Primera. A sus 29 años ya ha pasado por la categoría de plata, la Segunda B y la primera RFEF. Es un árbitro con personalidad y con un gran futuro.
¿Se esperaba este ascenso a Primera?
— Nadie puede decir que se lo espera al cien por cien. Yo sabía que podía estar entre los seis candidatos y fue para mí una sorpresa y una alegría inmensa.
Su juventud, apenas 29 años, le hace ser uno de los colegiados con más futuro.
— He estado cuatro años en Segunda B, uno en Primera RFEF y es cierto que en Segunda todo ha ido muy rápido, solo he estado un año, pero yo me centro en llevar a cabo mi profesión de la mejor manera posible.
¿Cómo le comunican el ascenso?
— Por la mañana me llamó el presidente del Comité, Luis Medina, y me lo comunicó. Sentí una gran alegría.
¿La primera llamada que hace después a quién es?
— A mi mujer, María, al final es la persona que está 24 horas conmigo, que me aguanta cada día, y en este mundo del arbitraje, donde imperan los sinsabores, cuando tienes una alegría la primera persona en la que piensas es en la que está contigo cada día.
Su carrera es meteórica.
— El cambio de Segunda B a Segunda causa más impresión al árbitro. Después, una vez que te metes en el fútbol profesional el salto a Primera me hace muy feliz, pero no me ha producido esa sensación de shock. De Segunda B a Segunda fue un momento de mucha alegría, de pensar en tu familia, en la gente que te ha ayudado, en tus asistentes, en la gente de aquí del Colegio que te ha formado y la alegría es inmensa.
¿Cómo fue su proceso de inicio y de progresión?
— Todos los árbitros empezamos igual, no es como los futbolistas que puedes ir saltando categorías. Pasé por Segunda y Tercera Regional. Después llegó la Primera Regional, la preferente, la Tercera División, la Segunda B, la Primera RFEF hasta llegar a Segunda y ahora a Primera.
¿En qué momento se dio cuenta de que podía dedicarse profesionalmente al arbitraje?
— Eso siempre me lo he planteado como un hobby. Me apasiona el fútbol, puedo ver de cuatro a cinco partidos cada fin de semana y nunca me plantee el arbitraje como una meta para llegar a ser profesional. He disfrutado mucho del camino hasta llegar a Primera, me apasiona el deporte, entrenar, prepararme...y no hay un momento en que me metiera en la cabeza que tenía que llegar hasta aquí. He ido haciendo y el camino me ha llevado hasta donde estoy.
Le hemos visto pitar partidos muy difíciles y ha logrado salir airoso de la mayoría de ellos. ¿Cómo ha vivido esta temporada en Segunda?
— Como le he dicho los árbitros tenemos una cosa muy buena y es que debemos pasar por todas las categorías y es un proceso muy lineal, no hay un gran salto. La Segunda B es una categoría bastante más complicada que la Segunda a nivel arbitral y la Primera RFEF es casi profesional. Hay estadios importantes, jugadores de nivel y no noté un gran cambio de una categoría a otra. Me centré siempre en hacer mi trabajo de la mejor manera posible.
En el partido de promoción Albacete-Levante tuvo usted un papel brillante en un encuentro de alto voltaje.
— Me apasiona el mundo de la psicología, no he hecho la carrera porque me he dedicado más al ámbito del deporte, pero es un factor que siempre he valorado y pienso que es una variable básica, la de formarse psicológicamente porque hay que estar preparado mentalmente para lo que demanda un partido de Segunda y demandará un partido de Primera.
¿Se prepara los partidos antes de arbitrarlos? ¿Conoce a los dos equipos, a los futbolistas, sus particularidades?
— Sin duda. Tenemos acceso a imágenes para saber cómo actúan los equipos en el campo, sus tácticas, cómo son sus acciones a balón parado. Los árbitros de Primera, Segunda y Primera RFEF sabemos por dónde tiran los córners los equipos, qué jugadores hay que controlar un poco más, llevamos el partido preparado, no para tener prejuicios, pero sí para saber qué nos podemos encontrar. Intentamos que nos sorprendan lo menos posible.
¿Es consciente de las miradas que estarán depositadas en usted?
— Me centro en hacerlo lo mejor posible y soy consciente de que esto es un éxito también para el Comité Balear y que cuando salgo al campo represento al Comité Balear y Nacional y a toda la Federación Española y sé lo que llevo a la mochila y voy a hacerlo lo mejor posible.
¿Se ve dirigiendo un Barcelona-Real Madrid?
— Ahora mismo me veo en cualquier partido de Primera División porque me hace una ilusión tremenda. No me planteo ningún tipo de encuentro y dirigir cualquier partido en la máxima categoría será para mí un sueño cumplido.
¿Es usted dialogante en el campo?
— Intento ser lo más versátil posible. Habrá partidos donde se podrá dialogar más, otros donde será más complicado hacerlo, por el tipo de partido, por lo que se están jugando, no puedes tratar a todos los jugadores por igual porque el partido te lleva a reflexionar que a un futbolista en un momento dado le puedes decir algo, en otro momento el partido cambia y es mejor no decir nada, todo esto lo intento manejar para llevar el partido de la mejor manera posible.
¿Quién ha sido su referente en el arbitraje?
— Guillermo Cuadra. Le conozco desde que estaba en Tercera División. Es un referente y un gran amigo mío y espero seguir nutriéndome de sus conocimientos. Es un espejo en el que mirarme no solo como árbitro, también como persona y tiene unos valores que para mí son capitales.
¿Duerme bien antes de los partidos o se come mucho la cabeza?
— Antes de los partidos descanso bien, sufro más cuando ha terminado el encuentro porque estoy muy activado y la noche después me cuesta mucho dormir.
¿Lee las crónicas de sus partidos y mira los resúmenes por TV?
— Yo creo que es parte de mi formación saber qué está pasando en mi mundo y a mi alrededor y más si yo soy un actor de la situación. Por ejemplo, pienso que no puedo salir a un campo de fútbol sin saber lo que se juega un equipo y otro. He de ser consciente de lo que está pasando para hacer mi trabajo de la mejor manera posible.
Acláreme lo de los penaltis por mano en el interior del área.
— El tema de las manos es el más complicado porque hay una extensa gama de interpretaciones y cuando hay interpretación hay polémica. Tenemos unas directrices y a partir de ahí hay que interpretarlo. Será mano y por lo tanto penalti cuando el brazo esté extendido, por ejemplo, hay muchos elementos y en este caso somos los jueces y tenemos que decidir si es o no.
Y luego está el VAR y tomar la decisión en uno segundos mirando una pantalla y con miles de aficionados gritando y presionando. ¿No debe ser fácil en este escenario tomar una decisión en la que alguien saldrá perjudicado?
— Es parte de nuestro trabajo. En esta profesión hay ese momento que tienes que decidir. Normalmente cuando te avisan para que acudas a visualizar la jugada es que ya se ha producido un error claro y si nos mantenemos es porque no vemos el error claro, pero normalmente es porque ha existido un error y por lo tanto es más sencillo que todo eso.
¿El VAR ayuda o les complica todavía más la vida?
— Yo solo lo he empleado una temporada, pero creo que es una herramienta que ha llegado para quedarse y a mí personalmente me ha ayudado muchísimo. Es una red de seguridad. En Primera RFEF cuando se producía un penalti o una jugada de roja que no habías visto, te ibas a casa con mal cuerpo y consciente de que he perjudicado a un club. Ahora esto no pasa, ahora no me voy a casa pensando que ha habido un penalti, o una roja o un gol que tenía que haber dado y no he dado. El VAR es mucho más justo para todos.
Si se encuentra un caso de racismo como el de Vinicius en Valencia, por ejemplo, ¿cómo actuará?
— En este caso mi compañero aplicó el protocolo que tenemos y lo hizo de forma perfecta. Cuando se producen este tipo de incidentes hablas con el delegado de campo, le comunicas cómo está la situación, que lo indique por megafonía e informe al público y si reinciden, nos vamos del campo. Se aplicó el protocolo en ese caso. Es un problema más social que puramente futbolístico, pero entre todos hay que intentar neutralizarlo.