Son Flor es desde este año el campo municipal de fútbol Lluc Colom, el hombre detrás del escudo, el presidente que edificó un club como el Santa Catalina Atlético y que reúne a más de 300 deportistas entre futbolistas y auxiliares. Nació en Consell en 1948 y encontró su espacio hace más de cincuenta años en Santa Catalina, donde ha sido y sigue siendo una institución. Cuando tanta gente habla bien de una persona no es por casualidad y de Lluc es difícil encontrar alguien que le tenga animadversión. Entrenadores pasados y presentes, árbitros, jugadores y exfutbolistas, todos tienen una palabra cordial hacia él porque él durante cincuenta años se ha desvivido por los demás.
Carlos Martínez, uno de los grandes entrenadores de nuestra Isla y que ha pasado por el Santa Catalina, recuerda su pasión y dedicación hacia el primer equipo. «Siempre notamos su apoyo, su ayuda, su capacidad de hacer grupo», relataba Martínez. Y cuando uno está frente a Lluc entiende muchas cosas. Es un gran conversador porque ha vivido tantas experiencias como partidos ha visto. Y han sido miles. Lleva más de treinta años en el Santa Catalina. Y no se cansa. «A mí lo que me cansa es estar sin fútbol. Es mi pasión y no hablo solo de los partidos. También me gusta venir por las tardes y ver los entrenamientos. Me llena ayudar a los niños, que puedan estar ocupados haciendo algo realmente sano, que les ayude a crecer», indicaba el presidente. Y Lluc Colom lo demuestra con hechos porque en más de una ocasión se ha visto en la necesidad de no cobrar la cuota a niños cuyos padres no tienen capacidad para darles la oportunidad de jugar a fútbol. «Cuando veo eso se me hace un nudo en el corazón. No puedo evitarlo y les ayudamos», admitía el presidente. Y es que el fútbol de barro, aunque ahora en todos los campos hay césped artificial, necesita de gente como Lluc.
Los presidentes de muchos clubes de nuestras comunidad se sentirán identificados. Porque como él, muchos han tenido que poner dinero. Unas veces más, otras menos. Su hijo Juan Carlos es ahora quien tira del carro en el apartado deportivo, lo que le permite a Lluc centrarse más en el área de representación institucional del club. «Me siento catalinero. Pusimos un restaurante que nos fue bien y a partir de ahí empecé a hacer cosas por el barrio». Organizó carreras ciclistas, es presidente de la Asociación de Vecinos y edificio el Santa Catalina Atlético. «Luchamos mucho en su día por tener un campo. Antes teníamos que llenar una furgoneta de niños y unos se iban a entrenar al campo de la Salle y otros al Miquel Nadal, hasta que pudimos disponer de nuestro campo, lugar donde estamos desde 2009 dando cobijo a 23 equipos», explicaba el presidente del Santa Catalina Atlético.
Ahora Lluc ya piensa en seguir expandiéndose. «He de volver a perseguir a los políticos porque ya tenemos el proyecto para construir dos campos más de fútbol y el plan inicial era hacer dos vestuarios, pero necesitamos ocho. Hemos crecido mucho en todos los sentidos», recordaba Lluc. El presidente es un entusiasta de su club, pero también de su familia. Juan Carlos capitanea el proyecto, pero la entidad no podría generar tanta actividad sin el trabajo de colaboradores como Miguel Marín, Toni Barceló, Pepín y Estela. «Aquí nadie cobra, todos colaboramos de forma desinteresada».
El presidente tiene claro el mensaje a sus jugadores. «Lo que más me gusta es que sean personas y después futbolistas. No me gusta que insulten, ni que se metan con los árbitros. Intentamos inculgar un buen comportamiento en todos nuestros equipos», indica Lluc. En él tienen un buen ejemplo. Un hombre noble en el fútbol y fuera de él. El alma del Santa Catalina Atlético. Si le buscan le encontrarán en Son Flor rodeado de fútbol.