Cristóbal Peláez ha cumplido 62 años y en 2012 superó una operación de corazón tras sufrir un infarto que le obligó a dejar la radio, porque en la radio «hay que poner el corazón». Actualmente desempeña su labor en el Comité de Entrenadores y es dueño de una historia apasionante. Histórico locutor de Radio Balear en la década de los 80 y 90, su voz era reconocida en todos los rincones de la Isla. Retransmitió centenares y centenares de partidos y una vez colgado el micrófono tras pasar por Radio Nacional y Punto Radio fue delegado del Constància elegido como el mejor por la FFIB y los árbitros.
De los cientos de partidos que ha retransmitido, ¿de cuál guarda mejor recuerdo?
— Del España-Irlanda jugado en el 85. Todas las emisoras mandaban sus primeras espadas para retransmitirlo, pero mi cadena, en ese momento la Cadena Rato, me dijo que lo diera yo para las 69 emisoras en toda España. No enviaron nadie de Madrid y confiaron en mí y eso no se olvida.
Usted vivió muy de cerca el fichaje de Miguel Ángel Nadal por el Barcelona ¿Como lo recuerda?
— Justo la noche antes de la presentación en Barcelona hicimos un programa en Porto Cristo y uno de los invitados era él y se puso la camiseta del Barça por primera vez. Le hicimos unas fotos y al día siguiente, el Sport, me daba un cheque en blanco por ellas, pero nunca se las pasé. Esas imágenes tenían que quedarse en Mallorca. Me acuerdo además que el día en que el Mallorca se interesó por Nadal fue por casualidad porque Contestí, que era el presidente, fue a Na Capellera a ver a otro jugador y ahí vieron a Miguel Ángel.
¿Qué recuerda de sus inicios?
— Empecé con 20 años en Radio España de Barcelona con José Luis Fernández Abajo.
Ha llovido mucho.
— Fíjese si ha llovido y cómo eran las cosas antes que cuando fichó Cruyff como entrenador del Barcelona fuimos José Luis y yo a cenar con él en la habitación de su hotel. La profesión se mezclaba también con amistad con los protagonistas. Aquellos años a nivel deportivo y radiofónico no volverán y la gente que no lo ha vivido no sabe lo que se ha perdido.
¿Peligró su integrida física en algún partido?
— En un Granada-Poblense. Rompieron el cristal de la cabina, casi vuelcan el autocar del Poblense y al llegar al hotel Cóndor desde que bajamos del bus a la entrada nos dieron de por todos lados. José María García se hizo eco de ello y entrevistó a Sahuquillo, capitán del Poblense y a mí. Fue el partido donde más me vi estrecho. En el partido de vuelta recordamos los hechos y el delegado del Gobierno en Andalucía me denunció, pero el proceso acabó en nada.
¿Recuerda ese Constància-Badia del año 88?
— Eso no se olvida. Inicialmente tenían que clausurar durante un año el Nou Camp de Inca. Al final se quedó en seis y un indulto por un cambio de presidente hizo que todo se anulara.
¿Qué otros jugadores recuerda con especial admiración?
— Sergio Gómez Lasa, el portero, y Sendino. Ambos eran muy profesionales.
¿Qué entrenadores le marcaron?
— Recuerdo especialmente a Pedro González y Luis Cela, también a Jaime Bauzá. De los recientes destacaría a Nico López. También a Juan Manuel Darder, Julián Robles, Carlos Martínez y a Alex Casas, actual técnico del Atlètic Baleares de División de Honor.
Dejó la radio y se metió a delegado. ¿Cómo fue la experiencia?
— Estuve en el Constància y en el Santa Catalina y mi misión siempre fue que todos se sintieran bien. El fútbol de antes es muy diferente al actual. Antes se vivía con otra pasión y más intensidad. Todo era diferente. Ibas por ejemplo al Mallorca, bajabas las escaleras y estabas en tu casa.
¿Cómo se llevaban entre los periodistas en su época?
— Muy bien. Había rivalidad, como es lógico, pero nos apoyábamos en lo que podíamos.
El infarto en 2012 le obligó a dejar la radio. ¿Qué recuerda de esos momentos?
— Me pilló con 52 años. Comía con Lluc Colom, presidente del Santa Catalina y a las cuatro me dio un dolor muy fuerte en el pecho. Fue un infarto y tuvieron que abrir. El trato del equipo de Oriol Bonnín y de todos los profesionales del Hospital de Son Espases fue espectacular. A partir de ahí, dejé la radio porque, como he dicho, en la radio tienes que darlo siempre todo.