El Son Sardina mantiene el grupo y sigue apostando por la juventud para afrontar, una temporada más, el reto de la Primera Nacional, la categoría de bronce del fútbol femenino.
El club de Palma quiere dar un paso adelante y seguir mejorando aunque su entrenador, Guillem Amer Gomila, es consciente de la dificultad del desafío. En esta campaña, en la que prima la incertidumbre, el técnico mallorquín no se plantea un objetivo concreto, sino ver la evolución del equipo y ver su progresión, «entreno a entreno».
El Son Sardina viene de una temporada en la que consiguieron su mejor registro histórico, acabando la Liga 19/20 en tercer lugar, aunque Amer lamenta que no se pudiera finalizar la campaña con normalidad ya que el calendario «favorecía» a las mallorquinas que ya habían jugado contra sus rivales más fuertes.
La entidad continúa apostando decididamente por el fútbol femenino y dispone de cinco equipos con los que ofrece una sólida estructura de cantera con el objetivo principal de formar jugadoras para nutrir al primer equipo. Además, a pesar de ser un club donde se respira un ambiente familiar, poco a poco se va profesionalizando, igual que lo hace el fútbol femenino.
Este año, el equipo ha mantenido el bloque de la pasada campaña completando la plantilla con jugadoras del filial, como las hermanas Bermejo, Karla y Keyla, o Alba Fresneda, y también incorporando a la plantilla tres fichajes: Rafaela Andrade, Anais Balduz y Esther Casado. Amer asegura que dispone de una «combinación competitiva» de futbolistas que, además, forman un buen grupo humano en el que las veteranas ayudan a las más jóvenes, no sólo en el campo, también fuera de él.
El Son Sardina juega junto al Atlètic Baleares, el Collerense y doce equipos más en el Grupo 3 de la Primera Nacional, una categoría complicada en la que competirán contra clubes importantes con experiencia en la categoría, como por ejemplo el Vic Riuprimer, el Europa o el Sant Gabriel.
Optimismo
A pesar de la corta pretemporada, en la que el Son Sardina tan solo pudo disputar dos amistosos frente al Collerense (Reto Iberdrola), el equipo empezó la campaña lanzado, consiguiendo tres victorias en sus tres primeros encuentros. Derrotó al Atlètic Baleares, al Girona y al Pallejà, demostrando los buenos fundamientos que posee la plantilla y la sintonía que existe entre jugadoras y cuerpo técnico, pues ya llevan varias temporadas compartiendo vestuario.
El debut en casa ante el ATB suponía una «presión y motivación especiales» ya que el rival se había reforzado en verano y había construído un proyecto ambicioso, pero alcanzar la victoria (3-2) provocó una inyección de moral al equipo, que vio reforzada su confianza y permitió al grupo «trabajar más a gusto y con más ilusión», afirmaba el entrenador amarillo.
A partir de aquí se vio reflejado ese buen hacer en los partidos posteriores, en los que el Son Sardina dio continuidad a su buen juego, consiguió ganar por la mínima en su desplazamiento a Girona (0-1) y golear en casa a un Pallejà (5-0) condenado a sufrir por mantenerse en la categoría. Las palmesanas llevan cuatro victorias en cinco jornadas y tan solo perdieron ante el filial del Zaragoza (3-2), uno de los favoritos.
Estos resultados sitúan al equipo en lo más alto de la clasificación de su grupo y, si mantiene, este nivel podrá plantearse el objetivo real de pelear por el ascenso a la Reto Iberdrola.