Juan Arango observa desde un plácido retiro y a sus 39 años como la generación más prometedora del fútbol en su país comienza a poner en entredicho su trono de mejor jugador de todos los tiempos con su selección, un título ganado a pulso con vistosos goles en las canchas de España, con el Real Mallorca, México o Alemania.
Aunque sigue ligado al balompié, ha desestimado una carrera como entrenador y se concentra en los despachos: es uno de los principales socios del Zulia FC de Venezuela, equipo con el que incluso llegó a jugar en el ocaso de su carrera. Los venezolanos saben de la vida del que consideran el máximo ídolo de su fútbol a través de las redes sociales, donde Arango suele compartir información de su vida privada, que estuvo cerrada a los ojos del público mientras era jugador activo.
Miembro de la generación de futbolistas que ayudó a que la Vinotinto se sacudiera el pesado remoquete de «Cenicienta», e indiscutible líder dentro de la cancha, Arango es percibido además como el jugador que abrió las puertas a la veintena de venezolanos que ahora se emplean en las mejores ligas del mundo. Dueño de una exquisita zurda, fue considerado durante gran parte de su carrera como uno de los mejores cobradores de tiros libres del fútbol mundial.
Debutó en la segunda división de Venezuela a los 17 años de la mano de César Farías, que también lo dirigió en la selección cuando el habilidoso volante dedicó sus mejores años.
Su primera experiencia internacional la completó en el fútbol mexicano, donde vistió las camisetas del Monterrey, Pachuca y Puebla.
Su paso por el Monterrey fue clave para su carrera: allí conoció al entrenador Benito Floro, que lo fichó para el Mallorca de la primera división española en 2004, donde se convirtió en uno de los mejores atacantes de Sudamérica. Confirmó su calidad en el fútbol alemán, donde se erigió entre el 2009 y el 2014 como uno de los mejores jugadores de la plantilla del Borussia Mönchengladbach.
En 2011, mostró un altísimo pico de rendimiento y ayudó a la selección venezolana a llegar hasta las semifinales de la Copa América que se disputó en Argentina, un hecho inédito para el fútbol de su país. Pero, pese a las alegrías que causó y la importancia que aún tiene para el fútbol venezolano, Arango tuvo una amarga y mal planificada despedida.
Disputó su último partido con la selección en 2015, después de un amistoso contra Panamá que terminó igualado (1-1) y en el que ejerció de suplente.
Tras el choque, anunció de forma inesperada su retiro de la Vinotinto, en la que por años ejerció una influencia que se fue apagando tras la salida de César Farías del banquillo. Defendió los colores de Venezuela en 127 partidos y anotó 22 tantos, lo que le mantiene como máximo artillero de su selección. Su mayor decepción fue no haberse clasificado al Mundial, por lo que Venezuela sigue siendo el único país de Suramérica que aún no ha disputado el máximo torneo de selecciones.
Este último año, su vida se ha visto sacudida por temas personales con una escandalosa separación azotada por acusaciones de malos tratos por parte de su exmujer, pero su estrella entre los venezolanos parece no haber perdido brillo y siguen esperando que su espíritu guerrero en la cancha ilumine a las nuevas camadas.