Último acto del concurso que casi acaba con el Mallorca hace casi una década. Un juzgado Mercantil de Palma ha aceptado la liquidación de Vicenç Grande para hacer frente a los 2,3 millones de euros a los que fue condenado por su gestión al frente del Mallorca.
El concurso de acreedores de la entidad desembocó en una condena firme en la que se declaraba culpable el proceso y se fijaba esa compensación por la mala gestión llevada a cabo. Ahora, en fase de ejecución de esa sentencia, Grande asume que no tiene liquidez para pagar y, por lo tanto, sus abogados han solicitado la liquidación personal. El magistrado al frente del juzgado Mercantil acordó esta medida la semana pasada mediante un auto.
A partir de ahora, serán los administradores concursales quienes se ocuparán de esta fase del proceso y tendrán que vender patrimonio del magnate hasta completar la cantidad. Ese dinero pasará a formar parte del activo con el que el club deportivo paga las deudas que aún mantiene desde el concurso de acreedores.
Grande fue condenado en primera instancia al pago de 5,3 millones de euros. La Audiencia Provincial rebajó esta cantidad a 2,3 millones. El problema que se encontraron los tribunales a la hora de fijar esta cantidad es que Grande, a su marcha del Mallorca en diciembre de 2009 ni siquiera había dejado un balance de la situación. El Supremo inadmitió a trámite el recurso planteado por la defensa y la sentencia pasó a ser firme.
El Mallorca se declaró en concurso voluntario en junio de 2010. Esa tardanza en pedir la intervención judicial es uno de los motivos por los que se condenó a Grande. El empresario se declaró a sí mismo y al Grupo Drac en concurso en 2008. Desde ese momento se cerraron todas las posibles vías de financiación al club deportivo. En ese momento, los tribunales señalan que se debió acudir a los juzgados. En lugar de ello, el entonces presidente aumentó aún más los gastos en personal y en la plantilla. La deuda se duplicó en poco tiempo y, «a pesar de ello no se optó por reducir gastos y acudir a financiación bancaria o una ampliación de capital. Se hizo lo contrario, un notable aumento del gasto, superando con creces los presupuestos previstos, con un nivel de ingresos que se mantenía estable al depender en lo sustancial de los ingresos por televisión».
Grande era propietario de un 93,2 por ciento del Mallorca a través de la empresa Binipuntiró S.L. que, a su vez, formaba parte de Drac. En ese encaje de sociedades, el colapso del gran grupo inmobiliario que era la base de la fortuna de Grande, arrastró también al equipo. Tras protagonizar la mayor quiebra de la historia de Balears hasta ese momento, ninguna entidad financiera iba a confiar en Grande ni a proporcionarle fondos. Ese es el primer fundamento de la condena a Grande por su negligente gestión. El segundo es que, en lugar de plegar velas, durante los últimos años de su gestión se aumentó aún más el gasto.
Cuando los administradores concursales terminaron de evaluar la situación financiera del club y se aprobó el convenio que regulaba el concurso con los acreedores, el pasivo ascendía a casi 56 millones de euros. El importe de la masa activa ascendía a 146 millones. Los atrasos a empleados y jugadores fueron saldados después de la venta de las acciones de Grande y antes de la declaración de concurso.
Las sentencias sobre el concurso, además de imponerle el pago de esta cantidad también inhabilitaba durante un plazo de cinco años a Grande para administrar sociedades.
En paralelo a este proceso en torno al Mallorca todavía permanecen abiertos los últimos flecos del concurso de Drac que tuvo que ser reabierto hace unos meses al no cumplirse el plan de liquidación que se había puesto en marcha.