El Extremadura agrió el domingo al Mallorca y endosó a la escuadra de Moreno un empate doloroso y de rango menor (1-1). Justo cuando la función se había puesto de cara y Son Moix masticaba su reencuentro con la victoria, al equipo local le entraron las dudas. Con ventaja en el marcador y su adversario con un jugador menos, el Mallorca desnaturalizó su estilo y se quedó en tierra de nadie.
Su lectura fue confusa. Ni decidió dar un golpe definitivo a un rival que tribulaba, ni cerró filas. Entre el gol de Aridai —el producto final de una exquisitez de Stoichkov— y la expulsión Aitor Fernández, Vicente Moreno retiró del campo a Abdón Prats —arrastraba molestias— y optó por dar entrada a Giner. El Mallorca mantuvo su dibujo —Lagó pasó al nueve— pero el mensaje provocó incertidumbre y confirmó el actual estatus de Carlos Castro en el equipo.
El Extremadura, que había emitidó síntomas de cierta entrega, observó la particular gestión de su rival y acabó dando un paso al frente. Como si le hubiera pillado por sorpresa, el Mallorca fue cediendo terreno. Es cierto que montó alguna contra con la que puedo haber dado carpetazo al partido, pero también concedió demasiado. Los centros de Capel sembraban el pánico en el área de Reina, aunque el empate final tambíen llegó de forma inesperada, tras un agarrón de Valjent a Enric Gallego...