José Martín es el utillero del Real Mallorca. Desempeña esta labor desde joven, cuando el inolvidable y añorado Tomeu Serra le abrió las puertas del filial para empezar a desempeñar la labor de encargado de material.
Tuvo también un buen maestro en su padre, Luis Martín, que llevó a cabo en el primer equipo durante muchos años el mismo trabajo que él desempeña ahora. José le ha echado muchas horas en la concentración y ha trabajado antes, durante y después de los entrenamientos. Antes porque debe preparar todo el material que los futbolistas emplearán en el trabajo sobre el césped; durante porque debe estar siempre pendiente de las peticiones de los técnicos y de asistir de agua a los jugadores y después porque cuando ha terminado la sesión de trabajo su misión es lavar las botas, secarlas y hacer lo propio con los equipajes que los jugadores han utilizado. No para quieto un minuto.
Cuando oye su nombre es que algún jugador o técnico pide algo y corre con rapidez para que el deseo sea cumplido. Un cambio de botas, unos guantes, un chaleco, un botellín de agua, un cono... hay tanto material que su trabajo requiere también de una gran concentración. José ha trasladado a Benahavís, donde está concentrado el Mallorca, un total de 24 baúles, lo que supone entre 2.900 y 3.400 kilos de peso repartidos entre ellos. Uno de los tesoros más preciados son las botas de los jugadores y las cuida y limpia con esmero a la finalización de cada entrenamiento y de cada partido.
Su padre le enseñó como tener siempre el material listo y preparado para cada ocasión. Todo es más difícil en pretemporada porque hay doble sesión y por lo tanto se utiliza más material y además están los partidos amistoso que hacen que el equipo regresa a casa de madrugada y al día siguiente hay que madrugar para tenerlo todo preparado.
Pero si algo tiene José es que es muy organizado y nada le pilla a contrapié. No puede dejar nada a la improvisación. Tampoco el agua. En una sesión de entreanmiento los jugadores beben entre 100 y 120 botellines de agua, bebidas isotónicas y fruta al margen. Y no puede faltar de nada. Y no falta de nada. Ahí ha estado el guardián del material para que a nadie le falta nunca lo que necesita. Después lo guarda todo bajo cuatro llaves, bien en Son Bibiloni o en el hotel de concentración. No marca goles, pero su labor es tan importante como la de cualquier futbolista. En Málaga ha sido imprescindible.