En julio de 2007 Sergi Darder Moll (Artà, 1993) recibe al cronista en su domicilio de Artà. Tiene 13 años y todavía no es un adolescente. Esta semana, la última de diciembre de 2013, seis años después, el futbolista ya no es un niño, juega en el Málaga en Primera División, tiene 20 años recién cumplidos pero conserva la mirada curiosa y la humildad que le caracteriza. Ha pasado un espacio muy corto de tiempo, pero Sergi lo ha aprovechado al máximo y este verano, de la mano de Bernd Schuster, debutó en Primera en un partido en Mestalla entre el Valencia y el Málaga. Después llegó otro partido y Sergi continuó siendo titular y así una y otra vez hasta convertirse en un fijo en las alineaciones. Adorado por la afición andaluza, Sergi Darder es el nuevo Isco, ese jugador humilde, con calidad, que viene de abajo y que juega cada partido como si fuera el último. Ahora disfruta de su familia y sus amigos en Artà, su localidad natal. Atiende a Ultima Hora en el mismo lugar que lo hizo hace seis años.
—¿Le ha cambiado mucho la vida estos últimos meses?
—Sinceramente no, es la misma. Vivo en el mismo edificio en Málaga, junto a los mismos vecinos, ellos me conocen y yo a ellos y tal vez me reconocen por la calle, me piden fotos y autógrafos, pero mi vida no cambia por jugar en Primera.
—En verano de 2007 se marchó a Barcelona para jugar en las categorías inferiores del Espanyol. Seis temporadas después está en Primera.
—Es cierto que en Málaga ha ido todo muy rápido. Una temporada en Tercera con el filial y este verano me convocaron para hacer la pretemporada con el primer equipo y allí me quedé y espero que por mucho tiempo.
—De Tercera a jugarlo casi todo en Primera División con el Málaga. ¿Es impactante el cambio de categoría?
—Es muy impactante. Uno oye muchas veces que en Primera es más fácil jugar porque hay más espacios, pero para encontrar esos mismos espacios no se puede ni imaginar lo que se corre para generarlos. Se encuentran espacios porque los futbolistas son muy listos. También en ritmo, intensidad y disputas de balón la Primera División es otro nivel.
—Hábleme de esa noche en Valencia cuando debutó en Mestalla.
—Ese día fue muy intenso. Recuerdo la charla del entrenador (Bernd Schuster) las horas antes al partido. Cuando vi mi nombre escrito entre los once titulares no daba crédito. Tuve que mirarlo dos veces para creérmelo. Era antes de la siesta y ya le digo que no pegué ojo, no pude. Casi nunca duermo siesta porque me dejan atontado, pero imagínese sabiendo que debutaría en Primera División.
—Después autobús y hacia Mestalla. ¿Cómo fueron los primeros instantes?
—Los primeros tres minutos las piernas me temblaban... Es difícil de relatar porque estás en un campo de Primera ante 40.000 espectadores o más y en lugar de tener frente a mí a un futbolista desconocido, en Mestalla delante de mí tenía a Ever Banega y además era el primer partido de Liga. Estar en ese ambiente de un día a otro es muy impactante.
—Debutó con 19 años pero los rivales no miran ni el DNI ni la edad de ningún jugador.
—Sobre el campo eres uno más, así de claro. Si te ponen es porque eres uno más y me veía rodeado por mis compañeros del Málaga y por un rival de la talla del Valencia. Como he dicho esos tres primeros minutos simplemente no era persona. Después poco a poco me asenté, me concentré y traté de hacerlo lo mejor que pude y al final terminé muy cansado, pero muy satisfecho del trabajo realizado.
—Otro partido intenso fue el que jugó contra el FC Barcelona. ¿Qué recuerda de ese momento?
—Fue tal vez más intenso el previo y el pensar que jugarías contra futbolistas de la talla de Xavi e Iniesta que realmente después el partido en sí. Cuando empieza un encuentro vas a lo tuyo, si hay que presionar a uno se llame como se llame le presionas y no miras quien es porque el ritmo de partido de obliga a estar muy metido en lo tuyo.
—Un ejemplo de que le puso mucho carácter al partido fue el par de ‘recaditos' que le dejó a Neymar...
—Por eso digo que tal vez antes de empezar el partido piensas un poco en los rivales, pero cuando el árbitro pita hay que ir a por todas sea quien sea el rival al que debas enfrentarte.
—¿Qué compañero del Málaga le ha impresionado más?
—Por el tipo de persona que es diría que Roque Santa Cruz. Ha jugado en el Bayern, tiene un historial impresionante y me ha tratado con mucho respeto y con mucha humildad. En el campo me ayuda mucho.
—¿Algún compañero le ha dado un consejo de esos que no se olvidan?
—Más que consejo la verdad es que todos me dicen que haga mi fútbol, que no esté obligado a dar el balón a uno o a otro por tratarse de futbolistas de mucho recorrido. Que haga lo que siempre he hecho porque si estoy ahí es por mi fútbol y el consejo más claro que me han dado es que juegue como siempre he hecho y que de eso sacará provecho el equipo.
—¿Qué tal la experiencia de jugar en el Bernabéu?
—Es un estadio impresionante, pero después de dos minutos de jugar y más allá del campo lo que haces es hacer tu trabajo y hacerlo bien. Da lo mismo estar en un campo de Tercera o de Primera y cuando empieza el partido todo lo que no sea el juego en sí es secundario, se te olvida todo. Piensas en lo que debes hacer a nivel ofensivo y defensivo, aunque es cierto que contra el Madrid es más difícil cumplir la misión que ante otro equipo.
—Para una gran generación de aficionados Bernd Schuster fue un jugador ‘top' y tiene un currículum impresionante. ¿Cómo es tener a un profesional de su recorrido como jefe?
—Es una persona muy normal, de pocas palabras, no habla cada día contigo y lo hace cuando tiene que hacerlo. Nos deja hacer, nos da libertad en el campo y siempre que puede intenta que haya mucha armonía en el equipo, que prevalezca el buen ambiente, el buen humor y promover el compañerismo.
—Durante la temporada en según qué fases ha sido un técnico criticado. ¿Cómo ha llevado esta situación el entrenador?
—Muy bien porque tiene mucho recorrido y nada la pilla por sorpresa en el fútbol. Además nos dice que cuanto más le piten a él mejor porque así la presión es menor contra el equipo sobre el campo.
—Tiene su vida montada en Málaga, la afición le respeta, ha renovado, es habitualmente titular en un equipo de Primera y además internacional Sub-21. El 2013 ha sido extraordinario.
—La verdad es que me acordaré toda la vida de este año pese a terminar en 13. Me ha traído toda la suerte del mundo y es una cadena de acontecimientos que han ido todos de cara.
—El pasado sábado su familia y sus amigos de toda la vida le dieron una fiesta sorpresa. ¿Qué le dicen el grupo que forma su núcleo más íntimo?
—Sinceramente ‘flipan', tanto o más que yo. También mi familia. Todos desde que somos jóvenes miramos la Primera División e intentamos llegar y ahora he tenido la suerte de llegar y mis amigos es normal que lo miren con asombro, pero ellos saben que sigo siendo el mismo y nos conocemos desde pequeños por lo tanto lo llevamos todo con normalidad.
—Quedan ya lejos esos años donde siendo un niño maravillaba ya con su fútbol en 'Ses Pesqueres'.
—Queda un poco lejos pero no se olvida, eso lo llevaré siempre dentro. Me he criado en el CD Artà y eso quieras o no te marca y siempre le deseo lo mejor.
—¿Recuerda lo duro que fue irse a Barcelona con 13 años?
—Cómo voy a olvidarlo. El primer año lloré mucho porque echaba mucho de menos a mi familia, abría un libro para estudiar y tenía que cerrarlo porque no me concentraba, iba a entrenar y no tenía fuerzas porque no había descansado bien y era muy duro con 13 años. Si con 20 todavía uno echa de menos todo su entorno, con 13 mucho más. Eso me sirvió para madurar, para aprender qué cosas son buenas y saber que la familia siempre es importante aunque sea en la distancia y que los amigos siempre están ahí y son los mismos aunque estés lejos.
—¿Ha notado más el cambio a nivel de exigencia física?
—En este sentido sí que se nota. Después de jugar un domingo, el lunes y el martes estás muy cansado, notas el esfuerzo. Al entrar en un partido no piensas en el mañana, quieres darlo todo, pero al día siguiente las piernas lo notan. A medida que pasan las semanas me voy acostumbrando y ya no me cuesta tanto recuperarme, pero recuerdo que tras disputar los primeros partidos los dos próximos días al encuentro estaba muy agotado por el esfuerzo realizado.
—La temporada del Málaga está marcada por cierta irregularidad.
—Es algo que todos esperábamos porque no hay que engañarse y en estos momentos no tenemos un equipo para poder meternos, por ejemplo, en zona Champions. Nuestro objetivo prioritario es la permanencia y luego ya se verá. El equipo es joven, muy cambiado y en la segunda vuelta debemos ir a más, seguro que iremos progresando y vamos a poder certificar el primer objetivo de la permanencia esperemos que sin agobios al final. Es es lo que todos deseamos y por lo que trabajamos al máximo cada día.
—Por lo que se percibe en el campo y en las redes sociales la afición le respeta mucho y le han adoptado como un malagueño más.
—Los jugadores que suben de la cantera o bien del equipo filial son muy bien vistos y bien valorados por la afición. Sobre todo después de lo de Isco que se ganó el cariño de la gente y ahora la afición busca llenar ese hueco y el esfuerzo lo reconocen mucho y yo lo doy todo cada minuto que juego.
—¿Nota la presión que supone jugar en un equipo de Primera?
—La presión siempre está presente en cada categoría, pero es cierto que hay toda una ciudad, toda una provincia pendiente del equipo y eso te obliga a ser muy responsable, pero una vez dentro del campo es igual que juegues en juveniles, en Tercera o en Primera. Vas a ganar y punto, vas a hacerlo lo mejor posible y a que tu equipo consiga el mejor resultado. Cada futbolista en cualquier equipo del mundo quiere ganar más allá de la categoría en la que se encuentre.
—En la red social Twitter sus seguidores le adoran y además han aumentado una barbaridad estos meses.
—A raíz del debut en Primera la verdad es que los seguidores crecieron muchísimo hasta el punto de que no me lo creía. Agradezco a la gente sus palabras y trato de aprender de las críticas.
—Ahora le queda una larga etapa en el Málaga y el fútbol puede llevarle a vivir otras experiencias en otros países y equipos, pero, ¿le resulta motivante pensar en jugar en Primera con el Real Mallorca?
—No he tenido la suerte de poder formar parte del Mallorca ni en las categorías inferiores ni tampoco en el primer equipo. Ahora mi intención es estar muchos años en el Málaga y quien sabe en el futuro qué puede ocurrir. Esta es mi Isla y el Mallorca siempre te atrae. Cada jornada me preocupo por saber qué ha hecho, por las alineaciones, si televisan los partidos los sigo y trato de estar al corriente. Esperemos que suba a Primera División este año y en un futuro veremos qué pasa. Es evidente que por mucho que no haya jugado en el Mallorca esta es mi Isla, es el equipo más representativo y siempre está ese pensamiento.
—Internacional sub-21, ¿qué representa defender a la selección española?
—A nivel personal es muy importante, pero esto es un premio al trabajo de cada día, a la labor que uno realiza en su equipo y es el fruto de lo mucho que puedas conseguir con el Málaga. Es evidente que jugar con España siempre es un motivo de satisfacción, pero este premio siempre es como consecuencia del esfuerzo diario en el club donde estás y ese es el objetivo de cada día, el que no puedo perder de vista. El insistir cada día y jugar bien en tu club, si esto ocurre después habrá continuidad con España.
—Cuando algún compañero del Málaga le pregunta por Artà, ¿qué le responde?
—Que es el mejor pueblo del mundo, esa es mi respuesta cuando alguno de ellos me dice que le hable de Artà.
—A través de la prensa nacional, la radio y la televisión le citan en muchas ocasiones como el futbolista de Artà. Ha puesto su pueblo en el mapa.
—Es un motivo de orgullo y un privilegio. Artà me lo ha dado todo tanto a nivel futbolístico como en general y siempre estaré agradecido y me resulta muy satisfactorio que a través de mí se hable del lugar de donde procedo, eso siempre lo tengo presente y es algo de lo que me siento especialmente satisfecho. Que se hable de Artà siempre es bueno.
—Artà vive de forma especial las fiestas de Sant Antoni y los ‘artanencs' no suelen perderse esos días tan especiales, pero me temo que usted no podrá estar en su pueblo este año para disfrutar de una celebración que es todo un sentimiento.
—La verdad es que no, ni este año ni los últimos seis porque las exigencias del calendario y de la competición me lo han impedido. Es el séptimo año que no vivo la fiesta porque el último que estaba en Artà me acuerdo que estuve enfermo y ya no pude ir. Sant Antoni lo tendré que seguir por las redes sociales, los vídeos y por lo que me diga mi familia y mis compañeros. Es imposible estar aquí y créame que lo siento mucho.
—Su hermano Xavi juega en el juvenil del Manacor a las órdenes de un buen entrenador como Pep Sansó. ¿Puede seguir sus pasos?
—Mi hermano es muy de su casa y tendría que arriesgar un poco más y dar el salto y creo que tendría muchas opciones de llegar. Tiene el ejemplo de su propio hermano, es decir, tienes a alguien muy cercano que lo ha conseguido y más fácil no lo puede tener a nivel psicológico. En principio no parece muy dispuesto a irse, pero si lo hace seguro que tiene futuro.