El partido de las aficiones ya lo ha ganado España en las calles de Kiev. La capital de Ucrania se ha vestido de rojo gracias a los miles de aficionados de la selección de Vicente Del Bosque, que, con el objetivo de completar la hazaña de encadenar Eurocopa-Mundial-Eurocopa, ha logrado crear un «efecto llamada» que ha dado color a la tranquila ciudad que duerme a orillas del río Dnieper.
Son muchos y se dejan ver por la zona habilitada a los hinchas, cercana al estadio y que alcanza la Plaza de Independencia, que hace ocho años recibió la atención de todos los medios de comunicación del mundo con la Revolución naranja. Entonces, en 2004, el país se marchó hacia una tercera ronda en las elecciones que entonces ganó Viktor Yushchenko.
Ahora la revolución es de color rojo. El azul de Italia no se deja ver entre una gran mayoría de aficionados de España que absorben con su ruido y su jolgorio a los «tifosi» transalpinos, que lo único que pueden hacer es ver como pierden por goleada el primer duelo de la jornada.
Desde muchos puntos de la península, entre ayer, sábado, y hoy ha ido aterrizando en Kiev la afición de España. El aficionado español no viaja desde un lugar concreto. Se reparten desde Madrid, Canarias, Salamanca, Barcelona o Santander pasando por Valencia, Badajoz o Granada. Muchas partes del país están representadas en un lugar que es frío en invierno y caluroso en verano.
Y antes de la final tocó una buena ración de sol que elevó la temperatura hasta superar los 30 grados. Eso no restó energías a los hinchas de «la Roja», que en masa se disfrazaron y se refrescaron con mucha cerveza.
En las últimas grandes competiciones se ha puesto de moda entre los españoles acudir a los campos a ver a su equipo como si fuera un día de carnaval. Hombres con apariencia flamenca, pelucas variadas, toreros desaliñados y cualquier prenda que puede molestar en un fondo de armario irrumpieron con fuerza en las cercanías del estadio Olímpico de Kiev.
Los italianos, más formales. Van al fútbol a la antigua, con banderas y camisetas de su equipo. En los españoles también se puede ver eso, pero cada vez abunda más un extraño sentimiento hacia el carnaval. Un carnaval que, en algunos casos, invitaba al piropeo de las ucranianas, muchas ataviadas con la elástica de España.
Y es que la campeona del mundo vende. Como también el monumento dedicado a los jugadores del Start, el mítico equipo que inspiró a John Huston para rodar «Evasión o Victoria». A menos de un kilómetro del estadio donde se disputará la final se erige una estatua en la que un futbolista ucraniano derrota al símbolo del águila del Tercer Reich.
En 1942, un equipo formado por jugadores del Dinamo y del Lokomotiv tuvieron la osadía de vencer a una escuadra del Ejército nazi en un partido en el que el árbitro era de las SS. Todo por dar una victoria a su pueblo.
Un mensaje se puede ver en ese monumento que algunos españoles quisieron ver antes de la final. «Por nuestra bonita presencia, cayeron en una pelea, durante años vuestra gloria no caerá, a los valientes héroes-atletas».
Todo un ejemplo a seguir, como el que dieron italianos y españoles en Kiev. Se mezclaron pacíficamente ajenos a un hecho del que ya han pasado setenta años y que se vivió en medio de la peor guerra que ha visto la humanidad. Ahora, las guerras son otras. Llega la del fútbol, en la que 22 hombres y un balón deciden las alegrías y las decepciones de millones de personas. Cerca del Olímpico de Kiev esa primera batalla la ganó España, que con su afición, vistió la ciudad de rojo.