La afición española venció por goleada a la italiana, que apenas tuvo voz en el estadio Gdansk Arena ante la presencia y el ruido que montaron los casi 10.000 hinchas de España que presenciaron en directo el encuentro.
Sin embargo, no se llevaron una alegría completa. España no ganó el duelo, pero moralmente infringió una derrota a los «tiffosi», que aparentaban ser muchos menos en un estadio en el que el rojo era el color dominante.
Todos fueron animados antes del partido con un espectáculo en el que varios artistas interactuaban con el público con diferentes canciones. Primero con los españoles y luego con los italianos. Después, justo antes del inicio del choque, una actuación con decenas de actores con las banderas de ambos países dio paso a los cánticos durante el partido.
Los españoles se centraron en dos nombres: Iker Casillas y Andrés Iniesta. En varias fases, sus ambos pudieron escuchar como su trabajo estaba gustando a la hinchada española. Fueron dos de los mejores y así lo reconocieron los aficionados.
También interactuaron con el público polaco. En varios momentos se arrancaron con un grito que siguió todo el estadio: el «Poland, Poland», fue coreado por los casi 40.000 espectadores del Gdansk Arena, que se mostraron agradecidos con la hospitalidad de un país que está vibrando con el fútbol.
Cualquier intentona italiana por hacerse oír fue frenada por los españoles rápidamente. Cada vez que se comenzaba a escuchar «Italia, Italia», miles de españoles callaban a los «azzurri": «Es italiano, el que no bote es italiano». Así se silenció a los rivales, que dentro del campo hicieron un buen partido.
El tanto de Di Natale fue el único momento de silencio en el graderío español. Pero no tardó en volver la algarabía con el gol de Cesc Fabregas, que hizo tablas en el marcador de un choque que la afición de la «Roja» ganó por goleada.