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El Zaragoza sigue creyendo en el milagro con cómodo triunfo ante Athletic

| Zaragoza, España |

Zaragoza 2 - 0 Athletic

Zaragoza: Roberto; Álvarez, Da Silva (Lanzaro, min.71), Paredes, Abraham; Micael, Zuculini; Edu Oriol (Pintér, min.82), Apoño (Luis García, 80), Lafita; y Postiga.

Athletic: Iraizoz; Iraola, San José, Ekiza, De Marcos, Herrera, Iturraspe, Íñigo Pérez (Muniain, min.67); Ibai Gómez, Gabilondo (Susaeta, min.46); y Toquero (Llorente, min.60).

Goles: 1-0. Min.28, Edu Oriol; 2-0. Min.51, Apoño

Árbitro: Iglesias Villanueva. Amonestó con cartulina amarilla por el Athletic a Herrera e Iturraspe y por el Real Zaragoza a Micael.

El Real Zaragoza ganó ante un Athletic, domesticado por alcanzar la final de la Liga Europa, la primera de las cuatro finales que le quedan para saber si será capaz de alcanzar por tercera temporada consecutiva el milagro de lograr la permanencia en Primera División.

Ante los finalistas de la Copa del Rey y de la Liga Europa, el Real Zaragoza no dio ninguna sensación de ansiedad y logró su triunfo más cómodo de la temporada junto al que consiguió en el ya lejano mes de octubre ante la Real Sociedad.

Desde el comienzo, el equipo aragonés se mostró sobre el césped mucho más tranquilo de lo que hacía presagiar su tremenda necesidad de victoria y le planteó a los bilbaínos un cara a cara que durante toda la primera mitad estuvo equilibrado en el juego y en ocasiones y que únicamente el brillante gol de Edu Oriol provocó que fuesen los maños los que se fuesen al descanso con ventaja.

El equipo de Manolo Jiménez no dejó entrever miedos y con la pareja de centrales bilbaínos, Ekiza y San José, demasiado contemplativos en sus acciones probaron con un par de disparos lejanos sin peligro.

A los bilbaínos les costó unos cuantos minutos poner a funcionar a un rendimiento aceptable su maquinaria, probablemente producto de la todavía cercana alegría de su clasificación para la final de la Liga Europa. Cuando lo hicieron sus acciones destilaban peligro, pero no conseguían llevarlas hasta los últimos metros.

Al cuarto de hora, los bilbaínos pusieron a prueba los reflejos de Roberto con dos lanzamientos de falta directos de Ibai Gómez e Íñigo Pérez, sobre todo de este último que sacó la mano cuando el balón se colaba.

Los zaragocistas no se acobardaban y a los 26 minutos Postiga, tras un pase de Edu Oriol, estrellaba su remate en la base del poste de la portería de Iraizoz. Esa acción espoleó a los maños y en un balón que no aparentaba demasiada trascendencia lo controló a más de cuarenta metros Oriol que empezó a progresar ante la indolencia de los defensores rojiblancos que le permitieron plantarse solo ante su portero y batirlo.

El equipo de Marcelo Bielsa siguió buscando las llegadas por la banda y superada la media hora De Marcos dispuso de dos claras oportunidades, en menos de dos minutos, que remató a puerta vacía y se encontraron primero a Paredes y después, en la más clara, a Álvarez que recibió un tremendo balonazo en la cabeza sobre la misma raya de gol.

Muy poco cambiaron las cosas tras el descanso, hasta que una falta a veinticinco metros de la portería de Iraizoz la tocaron entre Paredes y Abraham para que Apoño de un zapatazo sorprendiese al portero rojiblanco. El partido se ponía como querían los maños.

Aunque Bielsa trató de dar más mordiente a su equipo con la entrada de Llorente y Muniain, pero no lo consiguió en un choque que empezó a ser de ida y vuelta, con los locales dando por bueno el resultado y los rojiblancos dando la sensación de que no habían podido recargar sus fuerzas tras vaciarse el jueves ante el Sporting de Portugal.

A falta de un cuarto de hora se vivieron los minutos más vibrantes para los locales que dispusieron de hasta tres claras ocasiones para cerrar definitivamente el encuentro, con un mal remate de Micael, un disparo de Postiga desde su campo que le faltó muy poco para superar a Iraizoz y un lanzamiento al larguero de Zuculini.

El temido juego aéreo bilbaíno, ni con Llorente sobre el terreno de juego, hizo acto de presencia, en una segunda parte en la que apenas hicieron entrar en acción a Roberto.

Con el minuto noventa ya superado, el húngaro Adám Pintér tuvo en sus botas el tercer tanto pero el portero bilbaíno metió la mano para impedirlo, mientras que la mejor ocasión bilbaína llegó en un mal despeje de Lanzaro dentro del área pequeña.

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