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Luis García apuntilla a exequipo con dos goles, el último en prolongación

El delantero del Real Zaragoza Luis García, celebra el gol marcado al Espanyol. | Efe

| La Romareda, Calle de Eduardo Ibarra, 6, 50009 Zaragoza, España |

Zaragoza 2 ? 1 Espanyol


Zaragoza: Roberto; Juárez, Da Silva, Mateos, Paredes; Meira (Abraham, min.79); Luis García, Ponzio (Barrera, min.60), Rúben Micael, Lafita; y Helder Postiga (Braulio, min.82).

Espanyol: Cristian Alvarez; Javi López, Forlín, Héctor Moreno, Didac; Baena, Márquez (Weiss, min. 46); Sergio García, Verdú (Romaric, min.25), Thievy; y Alvaro (Pandiani, min.46).

Goles: 1-0. min.29. Luis García; 1-1. min.72. Javi López; 2-1. min.93. Luis García.

Àrbitro: Paradas Romero, del C. Andaluz. Amonestó con tarjeta amarilla a Helder Postiga, por el Real Zaragoza, y a Márquez, Javi López, Weiss y Romaric por el Espanyol.

El jugador del Real Zaragoza Luis García apuntilló hoy a su exequipo con dos tantos, uno de ellos en tiempo de prolongación, cuando el Espanyol jugaba con un hombre menos por la expulsión de Javi López, y dio la primera victoria de la temporada al conjunto aragonés.

Con el triunfo, el equipo maño aleja los fantasmas de la pasada temporada, en la que el mal inicio de competición supuso un calvario que se prolongó hasta la última jornada, y elevó a los altares del zaragocismo a Luis García, que como jugador rival le había amargado la vida.

El Zaragoza salió apretando con fuerza a su rival para intentar hacer olvidar el flojo partido ante el Rayo Vallecano, pero en los primeros minutos volvió a mostrar los problemas de ajustes defensivos y la falta de entendimiento en ataque, propios de un equipo que ha fichado la mayoría de sus jugadores muy avanzada la pretemporada e incluso a algunos, en la última semana.

Aún así, el Real Zaragoza era claro dominador del juego y se acercaba con asiduidad a la meta de Cristian Alvarez, aunque le faltaba la conexión del último pase para culminar las circulaciones de balón que buscaban sobre todo a Angel Lafita, el más bullicioso y acertado en los primeros minutos.

A pesar de ello, el equipo de Mauricio Pochettino gozó de la primera ocasión clara en el minuto 12 cuando Sergio García cruzó un balón en el área local que se marchó fuera por muy poco.

El conjunto zaragozano seguía insistiendo pero le faltaba pegada arriba. Lo confirmó la jugada del minuto 27 en la que Helder Postiga puso un balón de oro a su compatriota Rúben Micael, que llegó un poco forzado junto al poste y envió el balón por encima del larguero cuando lo más fácil hubiera sido introducirlo en la meta.

Esa jugada fue el preludio del gol local en el que Lafita, que se había cambiado de banda, puso un centro medido a Luis García para que éste marcara de cabeza su primer tanto como zaragocista.

Los cambios que introdujo el técnico españolista tras el descanso, especialmente la movilidad del eslovaco Vladimir Weiss, variaron claramente la tendencia del juego, que pasó a ser dominado de manera contundente por su equipo.

Hasta el punto que los propietarios del terreno sufrían tremendamente para detener el caudal de juego de su rival, que, aunque no hacía intervenir al meta Roberto, daba la sensación de que podría lograr el empate en cualquier combinación.

Parecía cuestión de tiempo y así fue cuando, tras una doble oportunidad, en el minuto 72, de Sergio García y Javi López, éste último envió un centro raso desde la derecha que nadie fue capaz de tocar y que entró en la portería de Roberto.

El Espanyol vio a partir de ahí a un rival tocado que quiso apuntillar y que a punto estuvo de conseguirlo, aunque también el equipo zaragozano, a la contra a pesar del resultado, pudo haber aumentado su ventaja en un gol anulado a Postiga y en una acción de Pablo Barrera, que optó por tirar en lugar de dársela a Mateos, que estaba solo.

La penuria local no acabó ahí, sino que se consumó cuando Luis García falló, en el minuto 86, un penalti cometido sobre Lafita que le podría haber dado la victoria, pero se redimió en el tiempo añadido, cuando el Espanyol jugaba en inferioridad numérica, con su segundo tanto de la tarde liberando en la afición una bomba de alegría porque ya veía la victoria como una quimera.

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