Titánico, ese es el sinónimo perfecto de un 'Ironman 70.3 Racine' que no recoge la RAE. Esta prueba lleva hasta el extremo la fuerza y la resistencia humana con sus 90 kilómetros de bicicleta, dos de natación y 21 de carrera a pie. Si a esto le sumamos un escenario mítico del estilo de Wisconsin, del que un tipo como Harrison Ford quería ser guardabosques, los triatletas inscritos en este desafío pasan de ser participantes a convertirse en verdaderos superhéroes.
Y allí es precisamente donde acudirán el próximo domingo el palmesano Joaquim Colom y el marratxiner Rodrigo Buján, dos estudiantes de INEF de la Universidad Politénica de Madrid. Estos jóvenes mallorquines obtuvieron su billete para la cita norteamericana tras ganar un clasificatorio en la capital española: «No todos los días uno tiene la posibilidad de competir en un Ironman. Sabemos que es una competición de dureza extrema, pero no podíamos desperdiciar una ocasión tan especial», aseguran los triatletas.
Xim y Rodrigo acuden al estado norteamerica a coste cero gracias a su victoria en Madrid. Todos los gastos, incluidos «la estancia y los billetes», corren a cargo del patrocinador del clasificatorio de la capital española, por lo que los jóvenes únicamente tendrán que centrarse en «disfrutar de una experiencia única» en la que se encontrarán a atletas profesionales y aficionados de todos los rincones del planeta.
A diferencia de la prueba madrileña, en la que los mallorquines actuaron como pareja, el Ironman será individual y se centrará solo en las modalidades propias del triatlón, mientras que en la ciudad española los participantes debieron enfrentarse a otro tipo de exámenes más enfocados hacia capacidades como la orientación o la destreza.
Objetivo
El 'Ironman' de Wisconsin otorga 40 plazas para el Mundial de la especialidad, que se disputará en las Vegas el próximo 7 de septiembre, objetivo que no entra en los planes de Xim y Rodrigo por la falta de tiempo para preparar un campeonato de tal envergadura: «Nuestra meta es finalizar la prueba con éxito, puesto que no hemos podido entrenar todo lo que hubiéramos querido debido a nuestras obligaciones académicas. En Madrid salíamos a correr dos días a la semana y acudíamos usualmente a la piscina. De vuelta a la Isla nos hemos puesto las pilas con largas tandas de natación en el mar, pero vamos un poco justos», concluían los universitarios, que ya se han enfundado sus armaduras de superhéroes.