Su palmarés convierte a Margalida Crespí Jaume (Palma, 1990) en una de las mejores deportistas mallorquinas de todos los tiempos y una referencia única para la sincronizada. La nadadora del Mediterránea visitó ayer
Ultima Hora tras colgarse cinco medallas (tres platas con el equipo y dos bronces en dúo) en el Mundial de Barcelona, además de demostrar su valía en el dúo junto a Ona Carbonell, y tras pasar por quirófano, iniciará la senda hacia otro reto: Río 2016.
—Hace unos meses, hablar de cinco medallas parecía utópico. Con ellas al cuello, ¿es consciente de la grandeza de su gesta?
—Ha sido un camino muy largo, que comenzó hace seis meses, cuando me dijeron que tenía la responsabilidad de hacer el dúo con Ona (Carbonell). Me impuso respeto al principio, recogiendo un dúo olímpico, y con el físico necesario. No me veía con fuerzas, más que nada porque hasta ahora me habían hecho creer que no era capaz ni de nadar con el equipo... imagínate dónde estaba mi autoestima. Pero el trabajo de Mayu (Fuyiki), el día a día con ella me ayudó a mejorar y a llegar a un Mundial, ni más ni menos. Ha sido una semana muy intensa, en la que Ona y yo éramos las únicas que nadábamos todas las pruebas. Sabíamos que las chinas tenían ventaja porque sólo hacían el dúo, pero hemos quedado a tres décimas de ellas. Y con sólo seis meses de preparación y más pruebas en las que competir. No se puede pedir más. Me lo creo, pero todo se explica por el gran trabajo que hemos hecho este medio año.
—¿A cuáles les da más valor?
—A las del dúo. Desde enero, tenía un reto a añadir al equipo. Más que conseguir una medalla, quería demostrar que estaba a la altura y se había trabajado bien, convenciendo a la entrenadora de que puede contar conmigo. Estas medallas son también un éxito para Mayu, por su implicación y confianza. Ella siempre creyó en ganar la plata. Técnicamente no puedes mejorar a Andrea Fuentes, que lleva 20 años entrenando, pero cumplimos.
—¿Recibieron ayuda de Andrea Fuentes para pulirlo?
—Sí, vino las dos últimas semanas. En ese tiempo descubrí cosas que con más tiempo hubiera podido preparar mejor. Pero el mérito de este dúo es de Mayu, Gemma (Mengual), Anna Vives y Esther Jaumà, que son quienes han estado todo este tiempo con nosotras.
—Cambio de equipo técnico, de nadadoras, obligación de subir al podio, un Mundial en Barcelona... ¿Ha sido fácil administrar tanta presión?
—Teníamos mucha, pero queríamos quitárnosla de encima pensando que debíamos disfrutar por poder nadar en casa. Toda la polémica que ha habido esperamos que se vaya borrando con estas medallas y la gente pueda ver que nuestro trabajo está en el agua y no queremos crear nada más fuera.
—¿Era su gran oportunidad para reivindicarse?
—A nosotras nos ha quedado muy claro que nadie es imprescindible, lo hemos demostrado y esperemos que sea así. Teníamos muchos ojos esperando una decepción de España y por eso hemos de estar contentas de lo conseguido. Hemos hecho un buen trabajo, con una rutina que es nuestra y con la que somos plata.
—¿Les ha felicitado la anterior seleccionadora?
—Personalmente, a mí no.
—¿Se ha cerrado definitivamente una etapa y se abre otra para la sincronizada española?
—Hasta 2012 había un trabajo hecho, pero ahora empieza un ciclo olímpico con tres años por delante en el que las nuevas responsables del equipo se merecen que se mantengan los éxitos. A nivel de entrenamiento y trabajo son muy exigentes, pero a nivel personal, la relación no tiene nada que ver con lo de antes. Se merecen esta oportunidad.
—Ahora toca parar y en septiembre pasar por quirófano...
—Lo primero es descansar, pero en septiembre tendré que operarme de una lesión en el labrum, en la cadera derecha, que arrastro desde abril de 2012. Estaré entre cuatro y seis meses para recuperarme, pero mi reto es llegar al Europeo.
—En el día a día, el ambiente ha cambiado en la selección. ¿Y en una competición como un Campeonato del Mundo?
—Sí, es en todo. Son pequeños detalles, como el positivismo de Esther (Jaumà). Que antes de salir a la final de equipo te abrace y te dé las gracias por este año, te emociona, te incita a hacerlo mejor por ella. Ha sido un Mundial lleno de emociones, con gente que me conoce desde mis inicios en la grada, como mi entrenadora, Arantxa Fiol, la primera que confió en mí. También mi familia... Son muchas sensaciones.
—Desde la distancia, ¿qué radiografía hace de la sincronizada en Mallorca?
—Es complicado, aunque ahora con la apertura de Son Moix espero que las niñas de mi club (Mediterránea) tengan más espacio. En la UIB también trabaja Arantxa (Fiol) y creo que están mejor en ese aspecto. Veo que hay muchas niñas ilusionadas, pero faltan instalaciones y espacio para ellas. Y también entrenadoras, gente que quiera dedicarse porque no es fácil trabajar con esos condicionantes. Así, es más difícil llegar a un Campeonato de España con opciones.
—¿Les ha impactado el ambiente del Palau Sant Jordi?
—Ha sido alucinante. Se te pone la piel de gallina. Todo el público estaba con nosotros, cada vez que salíamos nos animaba... Y ha sido la primera vez que escuchaba los gritos de la gente bajo el agua. Eso transmite energía.
—¿Son tan inalcanzables las rusas como parece?
—En algún momento, Rusia tenía una puntuación alta asegurada. A veces las diferencias eran menores sobre China, pero creo que también se han aprovechado de nuestra situación, de un cambio generacional en España para recortarnos puntos. A veces, la guerra está fuera del agua y parece que da igual cómo nades.
—¿Tenían alguna rutina o manía previa a la competición?
—Antes de salir pasamos en seco la coreografía. Después hacemos un grito dando las gracias porque todo ha salido bien. Eso sí, paso mucho tiempo para ponerme las pinzas y he madrugado mucho para prepararme.
—¿Piensa ya en Río?
—Hay que ver cómo va el Mundial dentro de dos años, pero sería increíble culminar mi carrera luchando por una medalla en equipo y dúo.
—¿Se ve Marga Crespí en activo más allá de 2016?
—No lo creo, tendremos que dar paso a las jóvenes. Si llego, habré conseguido más de lo que imaginaba, y sería un buen momento para decir adiós.