Atlètic Balears 0 - 0 Lugo
Se acabó. El sueño del Atlètic Balears, toda esa ilusión bañada en plata que flotaba en torno a la Vía de Cintura desde hace ya muchos meses, deberán permanecer estacionados. Al menos hasta la temporada que viene. Después de dos eliminatorias espantosas en las que ha encallado sin esbozar una sola sonrisa, las aspiraciones del conjunto blanquiazul quedarán atrapadas sobre la hierba sintética del Estadi. Entre una montaña de ocasiones, algún que otro gesto de impotencia y lágrimas. Muchas lágrimas. La escuadra de Gustavo Siviero, muy superior durante todo el segundo asalto de la confrontación a un Lugo desfigurado, vació el cargador sin demasiado sentido sobre la portería gallega y dejó que la ansiedad lo acabara devorando. Poco a poco y de forma cruel. Las remotas opciones que había facturado el grupo a su salida del Anxo Carro se disolvieron frente a la pared rojiblanca o junto a la sombra de Diego Rivas. Ahora sólo queda aprovechar el impulso que ha tomado el club en las gradas (recorrió los últimos metros de su trayecto en compañía de casi trece mil aficionados) y esperar a que el proyecto no se desvanezca del todo... (0-0).
Presión local
No encaró mal el partido el Atlètic, que en menos de un minuto ya había inclinado el campo para empujar a la defensa lucense contra la línea de fondo. Antes, la marea balearica se había desperazado asistiendo a la revolución de Siviero, que prescindió de jugadores como Quesada, Izquierdo o Antoñito (los dos primeros ni siquiera se vistieron) para apuntalar su propuesta con Dorado en el puesto de central, Peter en el de carrilero y Dani acampando ante la frontera del área .
Fue precisamente el exbético el que empezó a esparcir la pólvora. Disfrutando del premio por mantener viva la eliminatoria, el andaluz quiso machacar a la defensa gallega con su movilidad y alzó enseguida la mano para ofrecerse a cargar con el peso del ataque. Ultramotivado, lo intentó desde todos los ángulos y desde todas las posiciones, siempre con idéntico resultado. Lo mismo pasó con un zurdazo de Thiago que agigantó a Rivas, con las proyecciones incompletas de Mathias o con varios remates, casi siempre defectuosos, de Jesús Perera. En total, casi una decena de oportunidades que zarandearon al Lugo sobre el alambre, pero que no derribaron una barrera psicológica que se elevó unos cuantos metros en el descanso.
Programado para marcar lo antes posible, el Atlètic volvió a lanzarse a la yugular de su invitado desde el prólogo del segundo acto. Sorprendentemente, el Lugo se limitaba a protegerse. A repeler uno tras otro los golpes que le lanzaban desde la orilla contraria. Tal y como hizo en Ipurúa, en el marco de la anterior eliminatoria, el grupo de Quique Setién se quitó el traje del nabo mecánico, aparcó el fútbol combinativo y decidió echarle el lazo al marcador global desde un punto de vista más práctico.
Paso a paso, minuto a minuto, los argumentos se iban desmontando y el Atlètic se desangraba. Tampoco dejó de intentarlo en ningún momento el cuadro blanquiazul, que siguió fabricando oportunidades de gol en cadena que lo único que hacían eran disparar la autoestima rojiblanca y prolongar la agonía de los mallorquines, cada vez más expuesta. Realmente, daba igual. No había ni suerte, ni puntería. El sueño estaba a punto de caducar y lo único que importaba a esas alturas era saber si dentro de unos meses tendrá continuidad.