Caja Laboral 77
Menorca Bàsquet (17+16+21+22): Ciorciari (3), Limonad (12), Donaldson (20), Victor (11), Caio Torres (10) -cinco inicial-, Servera, Sanders (11), Huertas (2), Diego Sánchez y Otegui (7).
Caja Laboral (16+18+18+25): Huertas (7), Oleson (2), San Emeterio (12), Teletovic (21), Batista (6) -cinco inicial-, Ribas (8), Logan (18) y Musli (3).
Àrbitros: Amorós, García y Martínez.
Hay pocas cosas en el baloncesto que escapan a las estadísticas, a la tiranía que los números ejercen sobre este deporte. Acaso el talento, casi lo único que no se puede corregir en una sala de vídeos. Y eso suele ir muy cotizado, muy buscado, porque es el elemento diferencial en un juego tan escrutado al milímetro. Todos adivinaban ayer que, con el Menorca montado sobre el Caja Laboral (76-74) a falta de 2 segundos, sólo un truco de magia podía cambiar el orden del partido. En esas, Teletovic agarró el balón, se lo escondió a Limonad y cuando todos alzaron la vista el triunfo había desaparecido. El prestidigitador bosnio se había elevado desde 8 metros y su triple se clavó como un puñal en el corazón de un club enfermo, excesivamente acostumbrado a las malas noticias.
De nada había servido llevar al límite al Caja Laboral, ni tirar mejor, ni lograr más rebotes, más pases de canasta, tapones o valoración. Tampoco tener a un chico tan ejemplar en el trabajo como Donaldson, que se fue hasta los 20 puntos, 18 rebotes y 34 de valoración. Ni la inverosímil canasta de Ciorciari, danzando como una peonza sobre la zona del Baskonia para poner el 76-74. El equipo de Ivanovic tuvo suficiente con pestañear tras el tiro de Teletovic para darse cuenta de que había ganado en Bintaufa. Con lo puesto, casi en cueros por las bajas de sus hombres altos y exhausto tras batirse con el Maccabi.