El Palmer Basket Mallorca necesita una remontada si quiere ascender por el camino más corto. El equipo de Marco Justo, muy apartado de su mejor versión en Cáceres, está obligado a tapar en casa un agujero que por momentos parecía que iba ser una fosa. Auxiliados por Joan Feliu y Youssouf Traoré en el momento crítico, los mallorquines llegaron tarde al primer asalto de una eliminatoria envuelta en espinas, pero justo a tiempo para rebajar una desventaja que llegó a ser de 22 puntos y dejar en el aire la resolución de un asunto que deberá resolverse, con otras cartas y otros argumentos, sobre el parqué del Palau de Son Moix (72-63).
En Cáceres, uno de esos lugares que el baloncesto mallorquín tiene marcado en el mapa con una chincheta, el Palmer se pasó casi toda la tarde braceando contra la corriente. La eliminatoria ya empezaba cuesta arriba y sobre terreno deslizante para los baleares, que encajaban un 7-0 de salida y necesitaban casi dos minutos y medio para romper el hielo y anotar su primer punto desde la línea de tiro libre y algo más para que Easley suavizara un inicio desbordante con la primera de las únicas tres canastas en movimiento que firmarían los insulares en todo el primer cuarto. El Cáceres, conducido por dos bases con infinidad de horas de vuelo —Óscar Alvarado y Dani Rodríguez— inclinó enseguida el partido hacia su esquina y empezó a cavar una zanja tras la que aislar a su invitado. Chapela intentaba a activar a los palmesanos con un triple en mitad del desierto y Joan Feliu los mantenía en pie a base de tiros libres, pero dos triples casi amontonados de Ja’monta Black y un canastón de Fernando Sierra despachaban el primer parcial con una diferencia ya notable (28-14).
El cambio de cuarto parecía mejorar el semblante del Palmer, que se acicalaba con un triple de Urdiain y un dos más uno de Traoré, incontrolable en la pintura. La entrada en escena de Alessandro Scariolo también maquillaba el juego visitante frente a los de Adrià Alonso, que seguían tirando de los ahorros del primer capítulo mientras se cargaban de faltas como consecuencia de sus dificultades en el juego interior. Los proyectiles de Cándido Sa, Rakocevic y Alvarado desde el perímetro devolvían el pulso a la casilla de salida y Dani Rodríguez, con un movimiento de veterano de guerra, fijaba una máxima ventaja que amortiguaba levemente Scariolo justo en el recibidor del descanso (43-29).
El intermedio tampoco variaba el panorama de la confrontación. El Cáceres, jugando a placer, seguía sacándole punta a la falta de fluidez de un Palmer falto de ideas y con las arterias taponadas. Gatell echaba sal sobre las heridas de los forasteros y a falta de cuatro minutos para que se bajara el telón del tercer cuarto llevaba el partido a un punto que parecía de no retorno: 58-36. Las diferencias en el juego y en el marcador eran demoledoras y la mitad del ascenso directo se largaba en ese momento por el sumidero.
Una vez tocado el fondo, el Palmer abrió los ojos de golpe. Feliu se echaba el equipo a los hombros y abría un sendero que iba a empezar a asfaltar un triple de Niang que era un derechazo directo a la mandíbula del Cáceres. Aunque nadie lo sospechara en ese instante, la función iba a pasar de un extremo al otro. El Cáceres se desmayaba y caía como un saco sobre la pista, totalmente a merced de un Palmer que le iba a mantener a raya durante un buen rato para resucitar un duelo que a simple vista parecía liquidado. Desde el suelo, los baleares redactaban un parcial de 0-11 que volvía a dejar la eliminatoria al alcance a la conclusión del tercer cuarto.
El bloqueo del conjunto extremeño se extendía al último asalto y llegaba a abarcar casi nueve minutos de juego en los que Palmer se situaba casi a su altura aprovechando sus momentos de mayor intensidad y lucidez (58-55). Cuando parecía que iba a perder el control de lo que había conseguido, el Cáceres recuperaba el sentido gracias a la muñeca de Pedro García. Una técnica a Rakocevic, unida al empuje de Feliu y Traoré, iba a interrumpir la reacción y a mantener aturdidos a los de casa un rato más cuando el encuentro se adentraba en la fase más decisiva. Scariolo volvía a estrechar la distancia con 3:11 por jugarse, aunque cuando parecía que todo iba decidirse con una moneda al aire se intercambiaban por última vez los papeles. Las cifras del Palmer en el electrónico iba a ser a partir de entonces una imagen fija.
El Cáceres, reincorporado a duras penas, se encontraba dentro del pozo con otra cuerda a la que agarrarse. Los colegiados señalaban una antideportiva a un Ander Urdiain demasiado espeso y aunque los extremeños no llegaban a rentabilizarla sí que conseguían mantener el grifo cerrado. Pedro García presumía de galones para alimentar la perenne ventaja del conjunto de Adrià Alonso y el Palmer, que tenía la opción de arrimarse un poco, regresaba la oscuridad cuando empezaban a servirse os postres. Un Charlie Easley desconocido perdía un balón decisivo falta de 40 segundos y en la jugada siguiente protagonizaba un doloroso campo atrás que le daba al Cáceres un empujón que la semana que viene puede ser determinante. Pedro García, alma local, anotaba con suspense en el epílogo y dejaba en nueve puntos la montaña a escalar para los de Marco Justo. Son Moix tendrá la última palabra.
Vamos Palmer a por todas