España marcha a la guerra. Decidida y responsabilizada. El oro mundial exige una última gran batalla, otra enorme contienda para agrandar la historia de una selección que ha convertido el éxito en un hábito. Sólo Argentina separa al grupo de Scariolo de conquistar su segundo Mundial, aunque eso es mucho.
Finalista en Indianápolis 2002 -Yugoslavia le ganó en la prórroga (84-77)-, la albiceleste también anhela inscribir su nombre con letras doradas. Le sobra carácter y también liderazgo. Han transcurrido 17 años del legendario partido al que dio cobijo el Conseco Fieldhouse, pero ahí sigue Luis Scola, vigilante y hambriento. A sus 39 años, es el único superviviente de aquella final que hoy aparecerá sobre la cancha del Wukesong Sport Center de Pekín. Scola, que parecia medio retirado, ha desempolvado los galones y ha acomodado a su equipo en otra gran cita. Junto a Facundo Campazzo, es la gran referencia de una Argentina que destrozó a Serbia -la gran favorita- en los cuartos de final y a Francia en semifinales.
España, que viene de tumbar a Polonia y a Australia tras dos prórrogas, ha ido creciendo en el torneo con la misma rapidez que ha consumido partidos. Ricky Rubio gobierna, Rudy Fernandez y Sergio Llull aportan nervio y puntos, y Marc Gasol es uno de los grandes en su posición. ¿El plan? Ganar...
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