Será un verano diferente para Alba Torrens (Binissalem, 1989), que tras toda una vida volcada con la selección, ha tenido que echar el freno para recuperarse de una lesión muscular en la rodilla derecha que ha mermado su rendimiento en una temporada que ha saldado brindando al Ekaterimburgo otra Euroliga, la quinta en el interminable palmarés de la alero mallorquina, que celebra el éxito en forma de oro de sus compañeras en el Eurobasket, centra todas sus miras en recuperarse y volver en plenitud de facultades y mira de reojo a un objetivo que, aunque todavía lejano, motiva a la binissalemera: los Juegos Olímpicos de Tokio. Eso sí, ahora le toca reposar y recuperarse para seguir siendo una pieza clave de una generación irrepetible dentro del baloncesto español.
— ¿Ha asimilado lo que es un verano sin la selección?
— Creo que, para cualquier persona, todo cambio en un primer momento te sorprende y te tienes que adaptar. Pero ahora mismo, es verdad que fue una decisión muy difícil no ir con la selección, especialmente por la vertiente emocional que lleva consigo jugar y convivir con mis amigas. Para mí, es un gusto competir con personas como las que forman y perder esas emociones te apena. Pero una vez que tomé la decisión, que es mía, decidí sacar todo lo bueno. Y ahora estoy disfrutando de cosas que durante muchos años no he podido hacer. Ha sido una década de no parar…
— ¿Es una decisión para dar un paso al frente mirando al futuro?
— Nunca sabremos el resultado de un partido, de un campeonato, de una recuperación… De nada. Sabemos cómo nos despertamos, pero no cómo nos iremos a dormir. Es verdad que, en este momento, ya había forzado mucho y sabía que tenía que parar para evitar males mayores. Había arriesgado demasiado y ahora mi objetivo, día a día, es recuperarme al 100% y que el resultado final sea bueno. Debo centrarme más en lo que tengo ahora por delante que en el desenlace. Espero que todos estos meses de trabajo funcionen, pero ahora me ciño al presente.
— ¿Reconforta ver la reacción unánime en positivo una vez que hizo pública su determinación?
— Es una decisión, la tomas y tienes que tirar adelante y asumirla. En el deporte y en la vida. Cuando llega este problema, se hace pública la decisión de renunciar al Eurobasket y sientes el cariño de la Federación, clubes, compañeras, aficionados… Ufff. Lo es todo, lo agradezco y las emociones cambian y son positivas. Solo puedo agradecérselo a todos, porque me llena ver cómo han respondido y me lo hará más fácil.
— Un Eurobasket perfecto a nivel de resultados e importante y decisivo en el camino hacia Tokio...
— Todos los torneos son importantes, pero en este caso, era un Eurobasket muy difícil. Estaban todas las selecciones con sus mejores jugadoras. Por mi parte, les he estado apoyando en todo momento, dándoles energía. Confiaba plenamente en ellas, porque este grupo tiene una fuerza enorme y lo ha demostrado volviendo a ser campeonas de Europa. Su compromiso, capacidad de trabajo y sacrificio están fuera de toda duda y se refleja en sus resultados. Durante tantos años estar a un nivel tan elevado habla de profesionalidad y compromiso. Los resultados son consecuencia del trabajo, de unos valores que hacen grande al equipo. Y el Eurobasket ratificó esa fuerza del grupo. En ocasiones, acciones individuales deciden, pero tantas medallas son el resultado del trabajo de un equipo. Esta selección nunca nos dejará de sorprender. Y, además, mantenemos viva la ilusión por ir a los Juegos Olímpicos.
— Después de la plata de Río, ¿le motiva todavía más volver a unos Juegos Olímpicos?
— Por ahora, parece lejos. Personalmente, más, porque cuando estás con una lesión, cuesta ver el momento en el que estaremos bien. Y ese es el trabajo que hago, mirar adelante, pero sabiendo que lo que cuenta es el trabajo del día a día. Eso sí, como deportista, saber que hay unos Juegos Olímpicos el año que viene te motiva, te genera una ilusión. Y más cuando las has vivido. He tenido la fortuna de estar en dos y lo que te llega es lo que sientes allí, muchas emociones. La ilusión es lo que te mueve y es lo que te da motivación. Y si hay motivación, no hay límites.
— Suena fuerte lo de ganar una quinta Euroliga.
— Mentiría si dijera que me recuerdo perfectamente de las anteriores, pero es verdad que esta última me hizo volver a vivir algo que sentí en todas: que el momento de felicidad no es el de levantar la copa o ganar, sino el de pensar en el camino que has hecho para alcanzar este objetivo. Este año, la satisfacción fue más grande porque jugué lesionada y lo que hice para estar allí me hizo sentir que me había superado a mí misma.