La selección española intenta transmitir una imagen de serenidad tras la derrota ante Eslovenia, pero ansía saltar a la pista ante su siguiente rival, la República Checa (hoy, 14.30 horas), y hacerle pagar los platos rotos.
La derrota del equipo español es un aviso y, de momento, poco más. A estas alturas de campeonato cualquier mal paso es recuperable y España se ha ganado el derecho a equivocarse, a jugar un mal partido y perder y que no se dude de sus jugadores.
Es cierto que hay ausencias, las archiconocidas de Pau Gasol, Juan Carlos Navarro, Felipe Reyes y Serge Ibaka, pero también que los doce jugadores del equipo han demostrado el nivel de compromiso necesario para seguir con el espíritu de campeón que ha acompañado al equipo en los últimos ocho años.
Nadie se ha rasgado las vestiduras, ni dentro ni fuera del equipo, pero a todos ha sentado mal perder y a los jugadores los primeros; por eso necesitan la victoria para recuperar sensaciones, para demostrar a todos que están ahí y que sus aspiraciones siguen siendo máximas.