Mallorca se paraliza este sábado a las siete de la tarde. En Son Malferit se jugará el derbi de los derbis, el primer partido más esperado de este curso y el que desgraciadamente la historia ha querido que se juegue en Segunda División B. Atlètic Balears y Real Mallorca dirimirán en el campo de la carretera de Manacor el partido más esperado del siglo, el que parecía que nunca llegaría. Ese encuentro que para rememorarse hasta hoy había que ir a las hemerotecas y echar mano de los más veteranos para saber qué significaban antaño los enfrentamientos entre baleáricos y barralets. Ahora no hará falta que nadie lo cuente porque se vivirá en directo. Lo verán cerca de 2.000 aficionados en las gradas de Son Malferit y otros miles a través de IB3 TV.
Es el partido que nadie se quiere perder y que todos quieren jugar. Solo 22 privilegiados más los cambios van a ser protagonistas directos de un partido que hace 37 años que no se juega en competición oficial de Liga. Las imágenes de los periódicos entonces eran en blanco y negro, las crónicas y las narraciones radiofónicas los únicos testigos más allá de los espectadores. Pero hoy todo ha cambiado. Este es el derbi del nuevo siglo, el partido que se juega porque el ATB no ascendió a Segunda A en la pasada liguilla de ascenso y porque el Mallorca descendió a la categoría de bronce tras un año para olvidar. Esa concatenación de circunstancias motiva que hoy la Mallorca futbolística esté en vilo pendiente de un encuentro de alto voltaje.
Tercera jornada
Este encuentro llega pronto, muy pronto. Es la tercera jornada, pero nadie quiere regalar ni los puntos ni mucho menos caer derrotado. El que pierda quedará debilitado, pero más por el golpe moral que no por lo que pueda representar la posición en la tabla. Hay margen por delante, aunque para ambas aficiones este partido es como si de una final se tratara.
No es un Barça-Madrid, ni un Sevilla-Betis, es un ATB-Mallorca, es el derbi capital, el partido que lleva una semana jugándose y que continuará disputándose una vez finalice el mismo. Esa magia solo la tienen partidos como el de hoy y hace más de tres décadas que no se juega. Futbolísticamente el Atlètic Balears llega con todo menos Uche, lesionado muscularmente en Formentera y que además de perderse el derbi, también dejará de jugar por un periodo aproximado de dos meses. El resto está a disposición de Armando de la Morena y por lo tanto el posible once no diferirá mucho del que presentó ante el conjunto de la pitiusa menor.
Una baja y varios cambios
El Mallorca tiene la baja de Joan Sastre y en su lugar jugará Xisco Campos. La duda es saber si Vicente Moreno dará continuidad a Pol Roigé y a Cedric o en cambio apostará por Bryan Reyna y Abdón. Por lo demás el resto parece claro.
Ni un equipo ni otro futbolísticamente están para echar cohetes. Ni mucho menos. Ni las dos victorias del equipo rojillo han convencido ni el ATB, salvo la primera parte en Formentera, ha sacado a relucir todo su mejor potencial. Es decir, ambos llegan con más dudas que certezas en su juego, pero lo de hoy es un derbi con todo lo que ello representa. El otro partido se juega en la grada. Son Malferit no podía imaginar ni en sus mejores sueños albergar un encuentro de esta dimensión, de una magnitud mediática y emocional.
El cierre del Estadi Balear y la decisión del ATB de jugar en el campo de la Federació, unida a la carambola del descenso del Mallorca han propiciado que hoy ese campo pase a ser un pequeño símbolo del historial blanquiazul. Se llenará el recinto, pero previsiblemente casi se llenaría incluso Son Moix. También seguro que se hubiera colgado el cartel de no hay billetes en el campo de la Vía de Cintura. Es el derbi capital, el partido de los partidos. Es histórico.