«Si quieres corromper a una Nación, corrompe a sus mujeres» es una conocida y verdadera frase del ilustre pensador y asesor político Maquiavelo. Frase a la que se le ha prestado poca a atención, quizá por verdadera, quizá por conveniencia. Serán las mujeres las que eduquen a los hijos, contengan el hogar, aconsejen a sus maridos, confabulen entre ellas... Las mujeres hemos sido siempre sumamente poderosas, sin embrago, parecería que la frase se hubiera hecho realidad y que, en realidad, la corrupción de las mujeres está en que hemos perdido la conexión con nuestro verdadero poder. Hemos caído embrujadas en el sueño del patriarcado que promete el éxito y la prosperidad siempre y cuando te atengas a las carreteras marcadas por el patriarcado. La ilusión está en que la única manera que tenemos las mujeres de alcanzar el éxito y el reconocimiento es dentro de una Matrix o realidad, construida, principalmente por el Logos masculino.
«Si quieres despertar a una Nación, despierta a sus mujeres» sería la frase con la que me gustaría abanderar un movimiento (si fuera yo de crear movimientos) de despertar de conciencia del Logos Femenino, que no tiene que ver con entablar disputas ni tener razones. Por el contrario, mi propuesta es únicamente es que las mujeres puedan recordar el poder que tienen, la corona de soberanía espiritual, emocional, mental y física que es corresponde.
Vengo de un linaje espiritual donde las mujeres están consideradas la encarnación más alta que se puede tener, una mujer despierta, es decir, una mujer que recuerda su poder, su Gracia, su valor intrínseco como dadoras de vida (seas madre o no) es la encarnación más elevada que se puede experimentar en este plano de la conciencia humana. Esto según mi linaje espiritual, pero si esto te resulta exagerado o demasiado hierba, puedes solamente volver a la frase de Maquiavelo y ponerla en positivo.
«Serán las mujeres despiertas las que eduquen los hijos de las próximas generaciones»; mujeres despiertas, hijos más conscientes. Mujeres seguras, hijos fortalecidos. Una Nación despierta es, a mi parecer, una Nación más justa, más sostenible, más harmónica en la relación entre el individuo y su entorno social, económico, ecológico y moral.
Si fuera de crear movimientos, como dije antes, este sería el que me gustaría promover: que las mujeres regresen a la verdad de lo que somos y desde ese lugar de honestidad personal podamos influir el porvenir de un planeta que llama a gritos por un despertar del Logos Femenino: aquel que integra, contiene, cuida, aconseja, armoniza, cultiva, sostiene, aconseja, educa. Un Logos Femenino que busca la reivindicación impuesta por un largo y no muy afortunado sueño patriarcal.