Vivimos en la era de máxima información. Todo el día tenemos mucho ruido a nuestro alrededor y dentro de nosotros. Los estímulos constantes a través de redes sociales, interacciones sociales, publicidad, … generan mucho ruido en nuestro interior. Pensamientos compulsivos, miedo al fracaso, no estar haciendo lo suficiente, compararnos,... El exceso de ruido exterior genera exceso de ruido en nuestro diálogo interior. Sabemos hoy en día gracias a la ciencia que estar rumiando en nuestros pensamientos una y otra vez de manera inconsciente y repetitiva es lo que nos genera el mayor grado de estrés oxidativo. Pero ¿cómo podemos silenciar la mente en medio de tanto y tanto exceso de ruido exterior?
¿Cómo podemos frenar la compulsión de seguir husmeando en la pantalla una y otra vez dentro de las vidas ajenas para buscar todo lo que no tenemos en nuestra propia vida? Difícilmente podemos parar el ruido si no nos detenemos a tomar estas dos medicinas: una vida larga y saludable y una mente clara y estable.
La naturaleza y el silencio
Está demostrado por la ciencia los enormes beneficios que tiene la naturaleza sobre la regulación de nuestro sistema nervioso. Caminar descalzos, sentarnos en la naturaleza, abrazar un árbol son simples prácticas que tienen un efecto inmediato en nuestra salud integral.
La naturaleza no cuesta nada; descalzarnos es gratuito y necesario; volver a conectarnos a la Madre Tierra como la Madre Medicina es una de las cosas más sencillas y necesarias que podemos hacer. Imagino que viviendo en Mallorca es relativamente sencillo quitarse los zapatos y tocar la arena, la tierra, el mar, la montaña. Aún así hay muchas personas que su alto nivel de estrés se debe a que no se toman el tiempo suficiente para envolverse en el poder sanador a la naturaleza.
Lo mismo ocurre con el silencio, la importancia vital de volver al silencio como una estrategia fundamental para el equilibrio mental y emocional. Son necesarias las largas horas en que podamos permanecer en silencio, sin el móvil, sin los otros, solo con nosotros mismos. El silencio prolongado también tiene un efecto muy benéfico en la salud emocional y física. Poder permanecer un día, dos o tres en silencio y comenzar a observar cómo funciona la «loca de la casa», nuestra mente compulsiva e incesante.
Naturaleza y silencio son dos medicinas fundamentales y que no cuestan nada. Por lo menos una vez a la semana deberías regalarte salir al campo, al mar, a la montaña o a un jardín y ponerte en pies descalzos y en silencio, solo sentir, respirar o reconectar y observar.
Lo más probable es que las primeras veces que lo hagas tengas ansiedad, por lo que te recomiendo llevar una libreta y un bolígrafo para dejar salir lo que sea que te invada. Escribir es otra herramienta que nos sana y no nos cuesta nada.
Pies descalzos, naturaleza, silencio y escritura. Un planazo para recuperar la salud, física, mental y emocional. ¿Quién se apunta?