«Vamos al supermercado y todo tiene fecha de caducidad. Esta realidad es extrapolable a las relaciones de pareja». La coach personal y de salud, Marga Almarcha, explica que «hemos pasado del amor es para toda la vida a vivir relaciones cada vez más rápidas, olvidándonos de disfrutar del presente, de lo que realmente estamos compartiendo. Aún, así, los datos demuestran que, a un 70 % de la población le gusta estar en pareja (datos del CIS de 2021) o mantiene algún tipo de relación basado en este modelo».
Almarcha reconoce que «mantener una relación duradera no es tarea fácil y requiere de mucho compromiso por parte de ambos para que ese barco llegue a destino, sorteando las tormentas que durante el trayecto puedan sufrir. Con un poco de suerte lo lograrán, pero si la suerte no está de su parte y aparece en escena un viento fuerte, el barco puede ir a pique y con él la relación que habían construido. Lo que generará en ambos, posiblemente, una sensación de fracaso y crecerá en ellos, un miedo a sufrir que condicionará la forma en la que nuevamente se relacionen».
A su modo de ver, «nos encontramos ante un escenario donde se prefiere saltar de relación en relación, guiados por el disfrute inmediato sin complicaciones, que iniciar algo que implique una mayor complicidad o un mayor compromiso guiados por el miedo a exponerse y a ser vulnerables; en un afán constante por querer protegerse». De este modo, asegura que «empezamos a vivir el amor con pies de plomo, construyendo una coraza alrededor de nosotros mismos, pensando que quizá así, dominaremos nuestras emociones». Esto se debe a «la idea ilusoria de controlar lo que sentimos, no vaya a ser que nos impliquemos tanto que saque nuestro lado más humano y vulnerable».
La coach expone que «esta idea choca de frente con ese ideal de pareja que en el fondo seguimos anhelando, una persona que nos entienda que comparta con nosotros tiempo y espacio e ilusiones comunes; sumando además nuestras expectativas de cómo queremos que sean las cosas y proyectando nuestro ideal de pareja que, a la hora de la verdad, solo nos lleva a frustrarnos cuando vivimos de nuevo una ruptura. Como resultado dejamos, poco a poco, de creer en el amor y en las relaciones sanas basadas en la intimidad, pasión, compromiso y responsabilidad afectiva porque no es lo que encontramos en la realidad que nos rodea».
Pasos para volver a construir una nueva relación
Almarcha puntualiza que «es obvio que una decepción amorosa genera un cambio en nuestra manera de relacionarnos y hace que nos cuestionemos muchas cosas, empezando por dudar de nosotros mismos y del beneficio de intentar de nuevo construir una relación». Sin embargo, asegura que es posible volver a enamorarse y tener una relación seria. Para ello, propone seguir estos pasos:
Date espacio para lo que estás sintiendo desde la calma. «Conecta con tus sentimientos evitando amplificarlos con un dialogo interno generado de expectativas poco realistas».
Aprende de aquellos comportamientos que no te ayudan cuando estás conociendo a una persona. «Quizá los repites de forma automática, por eso es importante que mentalmente analices ciertas situaciones en las que podrías haber actuado de otra manera y aprender de ellas».
Date tiempo para conocer de nuevo a alguien. «No quieras correr por tu necesidad de compañía. Invierte tiempo en ti y en conocerte, sin prisas…identifica lo que sí y lo que no quieres».
No te precipites. «Construir un vínculo lleva su tiempo. Dedica tiempo a conocer a la otra persona, aprende a comunicarte, a resolver desencuentros, a construir desde la confianza, a ser vulnerables…
Y, una vez que lo has conocido, disfruta del momento presente sin estar proyectando la posibilidad de una pérdida futura que solo te lleva a no vivir la relación por miedo a esa posibilidad».
La coach concluye que «cuando hablamos de amor no hay fórmulas mágicas, pero sin duda es el resultado de lo que dos personas quieran construir desde la intención genuina de contribuir al bienestar del otro, sabiendo que amor y miedo a la pérdida forman las dos caras de una misma moneda. Aunque una cosa no está exenta de la otra, merece la pena vivir el amor y trabajar para que ese miedo no limite nuestra capacidad de amar, porque quizá en el fondo merezcamos darnos otra oportunidad para seguir experimentando esas mariposas en el estómago tan típica de los comienzos».