La figura de Sant Jordi, cuyo culto se extiende por todo Occidente, está rodeada de mística e historia. Nacido en Dióspolis, en la actual Palestina, este militar romano de origen griego, vivió aproximadamente entre los años 270 y 303 d.C. Su vida dio un giro trascendental al convertirse al cristianismo, elección que lo llevaría a la muerte bajo las persecuciones de Diocleciano en Nicomedia, Bitinia, hoy día Turquía. Más tarde, sus restos fueron llevados a su ciudad natal por órdenes del emperador Justiniano, quien mandó a construir un templo en su honor.
El aura casi mitológica del santo creció en el siglo XII cuando diversas historias lo sitúan ayudando a los cristianos en guerras cruciales como las Cruzadas. Fue en una de estas expediciones, en 1194, durante la Tercera Cruzada, cuando el rey Ricardo Corazón de León afirmó haberlo visto, reforzando así su culto. En 1246, Santiago de la Vorágine aumentó su leyenda al publicar la 'Leyenda Dorada', donde incluyó los famosos episodios de San Jorge, el dragón y la princesa.
En el contexto de Mallorca, es importante destacar el papel que se atribuye a San Jordi durante la conquista de Madina Mayurqa. El 'Llibre dels Feits', atribuido al rei Jaume I, narra cómo algunos musulmanes prisioneros alegaron haber visto al primer conquistador de la ciudad: un caballero blanco montando un caballo igualmente blanco, identificado como Sant Jordi. Esta visión no solo la recogió el rey, sino que también fue registrada por el historiador Joan B. Binimelis.
Los Caballeros de San Jorge de Alfama son un capítulo poco conocido de la historia balear. Fundados por Pedro el Católico en 1201, participaron activamente en la conquista de Mallorca y en el Repartimiento de 1232. Siguiendo la regla de San Agustín, su misión era proteger y combatir contra los sarracenos. La orden ostentaba con orgullo su insignia: una cruz roja sobre un fondo blanco. Su presencia en Mallorca es palpable en lugares como Son Jordi, vinculado a ellos desde el reparto de tierras tras la conquista.
El culto a Sant Jordi se consolidó en Palma a finales del siglo XIV, cuando los jurados de la Ciutat i del Regne de Mallorca hicieron un llamamiento a celebrar su fiesta, reconociendo su intercesión divina en diversas batallas. En 1460, con la creación de la cofradía de San Jorge de los Caballeros, comenzó una nueva tradición que se mantuvo hasta 1778. La fiesta de Sant Jordi también inspiró eventos civiles como justas y torneos, financiados oficialmente en 1565.
La fecha de Sant Jordi, además, tiene una fuerte connotación literaria, ya que su día de celebración, el 23 de abril, coincide con el fallecimiento de los insignes escritores William Shakespeare y Miguel de Cervantes en 1616. El día fue oficialmente proclamado como el Día del Libro en 1923 por la Cámara Oficial del Libro de Barcelona, siendo adoptado mundialmente por la UNESCO en 1995. El impacto en la cultura balear transciende más allá de su función como patrón. Relatos locales entrelazan su historia con la liberación de Sóller de una monstruosa "cuca", y otras hazañas legendarias que esculpen su figura en la memoria colectiva de la isla a través de topónimos y relatos orales.