Muchas veces su hallazgo arranca de forma casual. Unos trabajos a pie de calle, o una rotura fortuita como en el caso de la Murada renacentista que recientemente afloró en Palma, son a veces responsables involuntarios del rescate para nuestro ajetreado día a día de una parte significativa del pasado colectivo. La historia se repitió estos pasados días de forma extraordinaria en Pompeya. En Mallorca y el conjunto de las Islas Baleares existen algunos dignos ejemplos de los tiempos de la dominación de Roma, hace más de dos milenios. Y eso a pesar de que, tal y como afirman los historiadores, los mosaicos constituyen una reminiscencia artística romana mucho más escasa de lo que a primera vista pareciera.
El conocido historiador mallorquín Guillem Rosselló Bordoy acuñó una vez el término de «siglos oscuros» de la historia de Mallorca para un tiempo del cual constan escasas informaciones. Los hallazgos romanos en las excavaciones permiten aportar algo de luz a una cuestión siempre envuelta en el misterio y la opacidad propios de los elementos ocultos en el subsuelo. Pero esa 'privacidad' a veces se quiebra. Por ejemplo en el año 2001 se produjo un descubrimiento destacado en Mahón, un hallazgo que refirió datos más exactos sobre los orígenes fundacionales de la capital de Menorca.
La sustitución del colector en pleno centro urbano de la capital menorquina en la calle Iglesia, entre Rosario y la plaza Constitución, permitió descubrir sin buscarlo el mosaico romano más antiguo de la Isla. Fueron más de medio millar de teselas blancas y negras, cuyo estilo indicó una datación que rondaría el siglo II d.C., con dimensiones aproximadas de 1x2 metros. Si bien la huella romana en Menorca se circunscribe a Portus Magonis, Iamona y Sanicera, el arqueólogo Fernando Contreras, al frente de aquellos trabajos con financiación del Ajuntament de Maó y el Consell de Menorca, coincidió en sus primeras impresiones con los también expertos Octavi Pons y Joana Gual, quienes tiempo antes atisbaron la posibilidad de una mayor amplitud de los límites hasta entonces concedidos a la urbe romana, antecesora de la actual Mahón.
En Palma también se han producido descubrimientos de entidad de mosaicos romanos. En mente tenemos la torre de la Murada y el fragmento de mosaico que afloraron en la calle Zanglada, muy próxima a la Seu de Mallorca. Bajo la experta batuta de los arqueólogos Maria Llinàs y Ferran Tarongí se puso especial énfasis en el análisis de la muralla dados los escasos restos conocidos hasta entonces, circunscritos al Palau Episcopal, Can Bordils y la calle Morey. En cuanto al mosaico palmesano, como en el caso menorquín, se encontró que estaba hecho a partir de teselas blancas y negras, y otras piezas más de las que componen los mosaicos aparecieron sueltas.
Pero Roma en Mallorca tiene un epicentro indiscutible, y ese es Pol·lèntia. En concreto, en el año 2006 se descubrió un mosaico datado alrededor del siglo II después de Cristo, siendo el descubrimiento más destacado de aquella edición de la campaña de excavaciones del yacimiento de Alcúdia, más de 60 años después del último descubrimiento de este tipo. Al frente de la excavación, junto a otros expertos, se hallaba Margalida Orfila, quien en ese momento precisó a Ultima Hora que se trataba de un típico mosaico «opus sectile», formado por múltiples piezas geométricas de mármol y pizarra.
Los investigadores reseñan también la importancia de los mosaicos desenterrados en Pol·lèntia, en la bahía del norte de Mallorca, entre los años 1923 y 1935. Posiblemente su origen debe hallarse en una casa pudiente, de una familia rica de la época romana de la Isla, y los restauradores concluyeron que los mosaicos habían sufrido varias intervenciones a lo largo de los siglos, incluso en origen, cuando decoraban el pavimento de alguna villa, bien del tipo domus o insulae. Grecas geométricas, elementos vegetales o animales cimentan en mayor proporción la decoración que plasman estos mosaicos mallorquines.
Hace unos años, el reconocido arqueólogo Javier Aramburu identificó con una investigación sistemática que le ocupó diez años de vida y trabajo un inventario de hasta 3.523 yacimientos arqueológicos en Mallorca, incluyendo los islotes cercanos al litoral que desgranamos en este pasado artículo.
En aquel contexto quedó en evidencia la escasez de restos de mosaicos descubiertos y es que, además del de Palma y los de Pol·lèntia descritos anteriormente, podemos reseñar tan solo algunos conjuntos posteriores en el tiempo: los que decoran las basílicas paleocristianas de Son Fradinet (Campos) y Son Peretó (Manacor). Salpicando toda la geografía de Mallorca se sabe de numerosas villas tardorromanas que presentarían incluso restos de teselas de mosaicos en superficie, pero ninguno conocido tiene la entidad de los ejemplos ya comentados. Finalmente, existe un caso único digno de mención: los mosaicos perdidos de Cas Frares, en Santa Maria del Camí. Según Aramburu, «desaparecieron cuando se labró un campo». Lo cierto es que allí nunca se excavó y por lo tanto podrían quedar aun restos sobre el terreno. De ellos tan solo sabemos a través de la bibliografía y la documentación disponibles, que datan del siglo XIX.