«Mamá Barberín me había preparado una sorpresa y aunque ella no era partidaria de pedir nada prestado, lo hizo en aquella ocasión. Solicitó una taza de leche a una de nuestras vecinas, una porción de mantequilla a otra y cuando yo regresé al mediodía, la encontré vertiendo harina en una sartén. Me explicó que como había demostrado ser un buen chico y dado que el calendario indicaba que nos encontrábamos en el Martes de Carnaval, el día de las hojuelas y los buñuelos, se las compuso para tener lo necesario. Ahí estaban la leche, la mantequilla, los huevos y tres manzanas. Mientras yo pelaba las manzanas y las cortaba en rodajas, ella rompió los huevos sobre la harina, lo batió todo junto y lo fue regando lentamente con la leche. Cuando la pasta estuvo bien ligada, Mamá Barberín puso la terrina sobre las cenizas calientes y ya sólo quedaba esperar a la tarde noche, a la hora de la cena, para degustar las hojuelas y los buñuelos…».
He traducido hojuelas por crêpes y buñuelos por beignets que es la aproximación más genuina al castellano. El fragmento de texto pertenece a la obra Sans Famille, de Hector-Henri Marlot (La Bouille. Seine Maritime, 1830-Fontenais-sous-Bois, París, 1907), muy prolífico autor, que en menos de cuarenta años escribió setenta novelas y todas ellas, de aventuras juveniles con innegable calidad.
Veamos, seguidamente, la receta que podríamos aplicar en este caso para preparar buñuelos de manzana. Cogemos dos huevos y separamos las yemas de las claras. Ponemos las yemas en un cuenco y las claras en otro. Dejamos caer un pellizco de sal en las yemas, las deshacemos con ayuda de un tenedor y le añadimos un cuarto de kilo de harina. Luego vamos vertiendo una taza de leche con una pizca de canela molida. Batimos las claras a punto de nieve y las unimos a la pasta. Pelamos cuatro manzanas y las cortamos en rodajas finas. Y es el turno de la sartén con aceite, dejando que éste se vaya calentando. Introducimos una a una las rodajas de las manzanas en la pasta obtenida, las sacamos con una cuchara, forradas con la pasta y las echamos en el aceite que ya presenta su correspondiente hervor. Ya fritos los buñuelos y colocados en una bandeja, los espolvoreamos con azúcar refinado.