Este literato mexicano, algo olvidado en el siglo anterior y en el presente, era muy original, con un estilo desenfadado, no exento de humor, y entre cuyas obras, además del poema que presentamos, composiciones como El sepulcro y Escenas mexicanas, son de indudable mérito. En el caso de los versos de su poema El mercado nos hace sentir los olores y sabores, cuando no aromas y colores, de todo un mundo destinado a la mesa y a la despensa: «La multitud se derrama / y a opuestos puntos camina. / Donde el placer la reclama, / o la novedad la llama / en cada calle y esquina.»
«En puestos y aparadores / y de la plaza en las fuentes, / brillan vasos de colores / y botellas transparentes / con embriagantes licores.» «Junto al barnizado tarro / que guarda dulce conserva / brilla un búcaro bizarro: / Agua helada, que reserva / el grato olor de su barro.» «Vense en formas desiguales / de azúcar cándida y leve / los esponjosos panales, / t en porcelana y cristales/ los blancos grumos de nieve.» «Acá en hileras tendidas / están en limpias esteras / naranjas de oro encendidas, / limas cual cera, y teñidas / de vivo carmín las peras.» «Allá como la esmeralda. / Los limones aparecen, / las manzanas como gualda, / las fresas que tiernas crecen, / del monde en la húmeda falda.» «También la encarnada guinda, / la nuez de dura cubierta, / la fruta del moral, linda, / y la granada que abierta / Todos sus tesoros brinda.» «En fin, a los ojos lucen/ cuantos de aquellos confines / los huertos frutos producen, / y las flores que relucen / en sus cerrados jardines.» «Donde rosas y azahares / de aromas forman corrientes, / y disipan los pesares / las aves con sus cantares, / con su murmullo las fuentes.»
Evidentemente, para evocar ese generoso mercado de la huerta, nos resulta útil y sencillo acudir a la receta siguiente y consecuente: Pelamos una piña tropical, le quitamos las partes duras, la cortamos en cubitos y los ponemos en un jarro de cristal. Añadimos a lo dicho, el zumo de tres naranjas y un limón, y seguidamente, cien gramos de frutas confitadas, mezcla que puede consistir en cerezas enteras o guindas y dados de pera, manzana, granos de granada… Disponemos finalmente de un vino sin alcohol o mosto con el que regamos todo el conjunto. Lo reservamos en la nevera hasta el momento de servirlo.