No hace mucho leí en la prensa que los ganaderos de ovino de Mallorca estaban preocupados por la baja venta de cordero a los restaurantes y hoteles. La noticia me sorprendió, y me formulé dos preguntas. Primero, ¿los de la hostelería van con los ojos tan cerrados que no pueden ver que la calidad les puede atraer clientes nuevos y mejorar sus beneficios? Y, a estas alturas, ¿los ganaderos de ovino aún no saben que no basta tener una carne superior? También tienen que salir a venderla. Es un viejo problema español, pero en los últimos años los peninsulares han ido aprendiendo. Los cultivadores ahí pudieron ver, por ejemplo, que la gran entrada de emigrantes asiáticos estaba generando una demanda para verduras y frutas orientales, y se movieron más rápidos que un galgo para ser sus proveedores. El resultado es que han acorralado este espacio tan importante en toda Europa.
Los ganaderos de ovino de Mallorca tienen que reaccionar de la misma manera. Es decir, buscar mercados nuevos. Y hay uno aprovechable sin hacer una inversión multimillonaria. Se trata de vender directamente al público con entrega a domicilio por un servicio mensajero. Esa idea no es nada nuevo. Los ganaderos escoceses de Aberdeen estaban vendiendo su famosa Angus por correo al menos hace setenta años. Solomillos y entrecots llegaban a casa empaquetados con hielo seco, igual que hoy en día. Esa carne es algo más cara que la de la carnicería de al lado de casa, pero es de una gran calidad. Estos días mi sobrina compra de Farmison, una carnicería online con cortes de carne Galloway, escogidos de las mejores granjas de Yorkshire. El Galloway, como el Angus, es una carne bovina de las más buscadas. Recientemente he comido unas chuletas clásicas de cerdo a £5,95 el kilo, y salchichas de pollo a £7,95 fueron las mejores que he comido. Faisanes listas para cocinar van a £6,95 la pieza de 250 grs.
Cualquier granja mallorquina que quiera entrar en el negocio de carne superior con entrega a domicilio, tendría que acertar al calcular sus precios: tienen que estar por debajo de los supermercados. Y quizás aquí hay otro viejo problema español: el de esperar grandes beneficios instantáneos. Estoy seguro de que en Mallorca hay conocedores de la carne superior, y el negocio de vender este producto puede llegar a buen puerto. Pero con precios sensibles. No basta tener un producto superior y salir a venderlo. El precio tiene que ser decente y asequible.