En estos tiempos en los que se ha dificultado mucho la movilidad, o incluso prohibido, una forma de viajar es a través de la gastronomía. Y dentro de ésta, uno de los placeres que se pueden degustar sin salir de Mallorca son los postres de las diferentes partes del mundo, que se venden en tiendas especializadas.
En Beinetti, situada en el Camí de la Vileta, el cliente encuentra desde 1999 el sabor más dulce de Estados Unidos. La familia Beinetti ha querido mantener la esencia americana, de donde vienen cada una de sus recetas, pero con un toque mediterráneo. «Después de tener a dos maestras en casa, mi madre y mi abuela, hicieron que poco a poco me fuera enamorando de la belleza que hay detrás de cada elaboración. De ahí surgió nuestra historia, de la pasión, magia y creatividad además de esa tradición que se pasa de padres a hijos, eso es Beinetti», explica Daniel Beinetti. «No tenemos un producto estrella. El cliente pide un poco de todo: brownie, tarta de manzana, de limón...», comenta la empleada Romina Swidnicki.
En líneas generales se puede decir que el chocolate es el rey de los postres, pero en el caso de Bélgica es exagerado empezando, cómo no, por los bombones. Sin embargo, sorprende, tal y como explica Carolina Marí, de Leonidas, que el bombón más consumido por los belgas sea uno que no lleva chocolate: «Es de café, crema de mantequilla, praliné y avellana».
En Bélgica también son muy populares las orangettes: cáscara de naranja recubierta de chocolate negro, «y en Mallorca gusta mucho el praliné, el chocolate con leche, cada vez más el negro porque es más saludable y pierde terreno el chocolate blanco», añade Marí. Carlos Sebastián Guidobono cogió hace 12 años el local que había abierto un ciudadano belga en el Passatge Catalina de Sena. Hace siete años abrió otro Leonidas en Manacor y en diciembre, en Baró Santa Maria del Sepulcre.
Merecida fama
Italia es uno de los países donde los dulces, empezando por el helado, tienen una mejor y merecida fama. Representante de gran calidad en Palma es la familia Iannini, que desde hace unos siete años cuenta con una heladería en Cala Major que es punto de peregrinaje, no sólo para turistas, sino también para residentes.
Los Iannini cuentan con una gran tradición en el mundo de los helados. Matteo pertenece a la tercera generación y cuida del negocio junto a sus padres, Lorenzo y Titina, y su hermano Luca. «Los helados italianos son muy buenos porque son artesanos, pero no todos los helados italianos lo son», asegura Matteo.
En el local, además de helados de 25 sabores, se pueden encontrar postres típicos, como los canoli napolitanos, el archifamoso tiramisú o la menos conocida pero igualmente exquisita zuppa inglese, todos elaborados por Lorenzo.
Otro país con una fama bien merecida de una repostería exquisita es Francia. Desde hace menos de un año, Natasha y Yohann Gressent ofrecen lo mejor del país vecino en sus locales Ca'n de Paris, de la Plaça de l'Olivar y el Mercat de Santa Catalina.
Entre sus secretos, utilizar harina y mantequilla de Normandía para sus cruasanes y seguir el recetario del tatarabuelo de Natasha, Frédéric Legrix.
La buena repostería no es exclusiva de los países mediterráneos. Un ejemplo de ello es Fika Farina, que elabora los dulces más típicos de Suecia. «Los bollos de canela, las montañas de coco y las bolas de avena con chocolate son los más típicos del país y al cliente mallorquín le gustan mucho los bollos de vainilla y las galletas de canela y cardamomo», comenta Carolina Larsson, empleada de este local abierto hace unos dos años.
Los países árabes también tienen una gran tradición en este campo. «Usamos mucho la miel, frutos secos, mantequilla y azúcar como ingredientes principales», explica Mohamed Tawriri, de Gran Marrakech, en la Plaza de las Columnas, quien añade que son muy típicos también los milhojas de crema por la relación con Francia.
Este ‘dulce' viaje ha comenzado en Estados Unidos y termina también en el continente americano, pero en el cono sur. «En Argentina destaca la factura, una masa con diferentes sabores como crema, dulce de membrillo y dulce de leche, que se toma con mate, pero los alfajores son más conocidos aquí», comenta Miguel Ángel Franco, de La Romanita, instalada en Palma desde 1989, y situada en la calle Balmes.